Dentro del mundo deportivo hay prácticas de todos los tipos y colores. Estigmas a parte, deportes como el rugby suelen ser desempeñados por hombres rudos y fuertes dispuestos a hacer placajes cuando sea necesario. Por el contario, gran parte de los aficionados al golf suelen ser hombres de negocios que acuden al campo a fumarse un purito mientras hablan de los movimientos del Ibex 35.

SIn embargo, una vez más la excepción que confirma la regla nos lleva pensar que no podemos generalizar. ¿Quién iba a pensar que dos señores de alta alcurnia y palos de golf de madera maciza iban a liarse a mamporros en mitad del campo?

A diferencia del último altercado golfista que os contábamos hace unos meses, éste no se resolvió con bandera blanca. En este caso, los dos jugadores después de soltarse un par de tortas bien frescas seguían amenazándose el uno al otro y, aunque no sabemos que les llevo a las manos, parece ser algo bastante intenso.

¿Una jugarreta empresarial deshonesta?¿Un bunker situado en un lugar inapropiado? ¿Un comentario desafortunado sobre Donald Trump?¿Una victoria tan ventajosa que hundió el autoestima del otro jugador?¿