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ATLÉTICO 1 - RAYO 0

Un poco de Griezmann basta

El Rayo plantó cara al Atlético. A los rojiblancos les sirvió con un tanto del francés, que llevaba menos de un minuto en el campo, para seguir en la lucha por la Liga.
Atletico Madrid-Qarabag

Actualizado a
Un poco de Griezmann basta

Cuarenta y dos segundos. Eso necesitó Griezmann para volver a meter al Atleti en una lucha por la Liga de la que le estaba sacando el Rayo, incomodísimo toda la tarde en el Calderón, como una piedra en el zapato. El francés se había quedado en el banquillo pero su descanso terminó en el 53:55. En el primer balón que tocó hizo el gol. Así son los cracks. Simeone rezará porque éste, el suyo, no se le resfríe nunca.

Griezmann fue lo mejor del Atlético en un partido entre guerras (Bayern y Múnich) en el que sufrió mucho para hacerlo y, una vez hecho, para defenderlo. El Rayo jugó todo el tiempo con la cabeza en una cosa, no descender, y fue mejor. El Atlético hubo un rato, sobre todo en la primera parte, que parecía jugar sin ser consciente de lo que se jugaba. Ayudó, quizá, que al principio, nada parecía estar donde debía.

Lo primero era Simeone obligado a ver el partido en plano master, desde el palco, con Vercellone, preparador de porteros, muy cerquita. Su banco, mientras, lo ocupaba el Mono Burgos y en él estaban Griezmann, Torres, Koke, Saúl... El mundo al revés. El Cholo se había saltado el partido a partido y había hecho siete cambios. Jugaban muchos no habituales, algunos nada habituales últimamente. Y su equipo lo acusó.

Le faltaba ritmo, le faltaba profundidad, le faltaba intensidad. Su centro, donde Óliver nunca terminó de mezclar con Gabi, Kranevitter y Thomas, era un agujero negro y el Rayo dominaba con orden y líneas juntas. Lo bueno para el Atleti era que todo ese dominio se difuminaba al llegar al área de Oblak. Era pisarla y que Embarba, por ejemplo, en vez de rematar le cediera el balón a Gámez.

“Y menos mal”, que pensaría Simeone desde el palco. Porque en el 4’ pudo adelantar Correa al Atleti tras un despiste de Amaya, pero su disparo lo sacó Juan Carlos con la puntita de la manopla, y ya. Sólo él, Correa, capaz de hacer un sombrero de espuela como quien se aparta el pelo de la cara, ofrecía algo. Desmarques, tumulto. Vietto era la cruz.

Sigue perdido, mirando a su alrededor sin entender muy bien qué le rodea. Ayer entró bien pero se fue disipando a medida que pasaban los minutos y se incrementaban los pitidos que la grada le dedicaba. Se apagó tras enredarse al final de una jugada que había sido fantástica y sólo una vez más apareció: tenía el balón y el árbitro se lo quitó. Así es su vida hoy. No le sale nada. Y los partidos pasan y pasan. Pobre.

En la segunda parte, Simeone, ya reunido con todos sus hombres en las profundidades del Calderón, cambió la hoja de ruta. Una cosa es Múnich y la Champions y otra, la Liga y de seguir jugando su equipo así, a nada, se escaparía. Su primera decisión fue que entrara Koke y que Gabi se quedara en el banquillo. Al principio no se notó. El Rayo seguía igual, jugando a evitar el descenso en cada balón. Lo intentó Javi Guerra con un remate que despejó Oblak. Rozó Quini el gol con un centro sin ángulo que se convirtió en una parábola a la red.

Entonces, en el 54’ se le acabó el descanso a Grizi y en el 55’ su zurda había hecho el gol. El Rayo se descompuso un poco entre eso y una bronca de Paco con Bebé en el cambio pero enseguida volvió a lo suyo: el acoso a Oblak. Le ayudó el Atleti, desperdiciando cada contra que tenía. La más clara fue de Torres, pero la falló y su equipo sufrió un bombardeo en los últimos cinco minutos. Y, mientras, la tele descubría el abracadabra con el que las órdenes del Cholo llegaban al banquillo: no era magia, eran dos pinganillos, uno en la oreja de Vercellone, tan a su vera, y otro en la de Gabi, levantándose a veces y dando órdenes como si fuera su reencarnación. Pero en rubio.

Resistieron los rojiblancos y al final, a pesar de la lluvia rayista, se mantuvo el 1-0. Porque, esté el entrenador en el palco o el banco lleno de titulares, hay algo que nunca cambia en el Calderón: se sufre pero se gana. Todo sigue igual por la Liga.