Para Sainz fue un día duro, ya que, aunque peleó lo suyo, la motivación no es la misma cuando se está luchando por la victoria que cuando lo máximo que se puede alcanzar es un quinto o un cuarto puesto.
Para conducir al máximo en caminos rodeados de pinos a más de 200 km/h, saltando de rasante en rasante y con innumerables curvas de sexta velocidad a fondo, no sólo se necesita habilidad. También se precisa la motivación que un Sainz que partía en novena posición no tenía. A pesar de ello remontó hasta la sexta plaza y prometía dejarse la piel por recuperar al menos un puesto más en la última etapa, la de hoy, en la que aún restan 100 km cronometrados.
Los Peugeot de Gronholm y Rovanpera han recuperado el mando, en parte favorecidos porque el líder de la primera etapa, Burns, abría carretera y limpiaba la gravilla. De hecho, su compatriota McRae le ha colocado en el punto de mira, y será el gran duelo británico de la última etapa, como el de Martin y Sainz por ser quintos. El triunfo parece sentenciado por Gronholm.