En su cuarta promoción, el Carlos Sainz Júnior Team ha captado savia nueva, y de la selección que se efectuó entre jóvenes de 18 a 22 años ha salido un apellido ilustre. Se trata de Mikel Chillida, nieto del famoso escultor vasco, que ha decidido seguir los pasos de su padre, también piloto, y no los de su abuelo.

- ¿Cómo se decidió por las carreras y no por la escultura?

- Nadie te lleva a nada. Que mi padre corriera o que mi abuelo fuera escultor no me obligaba a nada. Pero lo cierto es que desde pequeño me gustaron las carreras. Estaba más cerca de mi padre, al que acompañaba cuando competía. Y, quieras que no, es un mundo apasionante. Te entra el gusanillo y ya no sale, y si encima te surge la oportunidad con Carlos Sainz... sólo queda aprovecharla.

- ¿Qué le parece la iniciativa del Júnior Team?

- Lo veo muy bien, sobre todo porque me han seleccionado. A lo mejor no pensaría así si no me hubieran cogido, pero lo que está claro es que es la gran oportunidad en la vida de un joven que siente pasión por la velocidad. Ir de la mano de Carlos te facilita las cosas porque te enseña el mejor. Y ese es mi objetivo, intentar llegar a ser como él.

- Y su abuelo, ¿cómo ve que usted corra en coche?

- Siempre me ha apoyado, como hizo con mi padre. A la que menos gracia le hace es a mi madre, pero tampoco puede hacer nada por evitarlo. Mi padre es el que más me empuja de la familia e incluso viene a algunas pruebas. Aunque me pone más nervioso, me alegra mucho cuando está a mi lado en los rallys.

- Si algún día necesitara apoyo, ¿recurriría a su abuelo?

- Tener un abuelo así en algún momento puede llegar a ser una ventaja, e incluso en el tema económico podría ayudarme llegado el caso.

- ¿Por qué ha comenzado a florecer la cantera vasca del automovilismo?

- Lo conseguido por Txus Jaio, el primer piloto del Júnior Team, ha ayudado bastante. Parecía imposible que un vasco llegara arriba apoyado por gente de Madrid, pero se ha visto que si vas bien pueden tenerte en cuenta. Ahora, en el Reto Ka de cinco seleccionados dos somos vascos. Quizá sea porque en Madrid todo el mundo circula por la M-30 y M-40, mientras que las carreteras vascas son reviradas a más no poder, y llueve mucho, así que patinan. Eso ayuda a hacer manos. Yo soy un buen ejemplo: con sólo cuatro meses de carnet, aquí estoy.