Una vez que Zidane ha levantado la voz para decir "¡basta!" a las presiones, hoy es el día perfecto para contrastar si el francés ha curado su estrés. El Bernabéu le abre los brazos para someterse a su talento. La afición blanca está loca por aplaudirle, por ser testigo de una gran noche de fútbol.

Llega el Málaga de Dely, de Darío, de Contreras, ensamblados bajo la directriz de Peiró, un técnico sobrio e inteligente que buscará los resortes precisos para cercenar la imaginación de Zizou, según el modelo del Valencia, en la primera jornada.

Si Zidane tiene agobio se verá pronto. Los futbolistas creativos muestran enseguida si es su día de feeling, de tacto en la bota. El Málaga no le dejará respirar con Gerardo y Musampa en el papel de Albelda y De los Santos, pero ya ha dicho que las patadas y los marcajes férreos no son excusa para su rendimiento.

Así, el Madrid debe bailar al son del francés, explotando sus cualidades y cargando más peso sobre sus espaldas ante la ausencia de Figo. Para llegar aún más lejos, Zizou se encuentra en el marco perfecto para conseguir el gol balsámico que todo crack necesita para reforzar la autoestima.

Sin Figo, el Málaga vivirá mejor. Lo dijo Peiró calculando que sus defensas tendrán menos problemas. Pero no debe engañarse porque en el equipo blanco hay un tal Raúl dispuesto a convertirse en la pesadilla de Sanz, un central de relevante apellido en Chamartín, que seguro buscará hacerse una foto, aunque sea al final, con su cuñado Salgado. El Santiago Bernabéu volverá a llenarse, como es norma. La euforia se ha instalado en la afición a raíz de conseguir la Supercopa.

El Málaga intentará dar un susto al Madrid jugando con un contragolpe eléctrico. Pero hay pistas suficientes para sospechar en un día de sufrimiento para los de Peiró. Desde Casillas a Raúl, el conjunto blanco debe fijar el objetivo de sumar tres puntos. Lo contrario sí que supondría un ataque de estrés para todos, principalmente para Del Bosque.