Buen matrimonio

Buen matrimonio

El matrimonio entre Luis y Jesús Gil está funcionando porque el presidente del Atlético sabe que sus coqueteos habituales para hacer de entrenador han acabado. Luis es el jefe y pasar la frontera del vestuario supondría la guerra sin cuartel. Jesús Gil sabe que tiene que obedecer, acatar las órdenes y callar cada vez que el Sabio de Hortaleza exija su independencia. Cualquier desmadre o declaración fuera de tono puede suponer en esta ocasión que sea su cabeza la entregada a la afición del Calderón.

Luis no se anda con tonterías. Educado en los principios de que el vestuario es sagrado, no admite las tormentas habituales que llegan desde los despachos. Él es el único responsable. Su vida diaria con la plantilla es un coto privado. Éste es un principio que siempre ha sido muy valorado por los jugadores españoles para asegurar que Luis es el mejor técnico. Nunca les ha vendido a los jefes y prueba de ello la tienen Núñez, Lopera y Roig, quienes no pudieron con él.

Hasta la Quinta del Buitre asegura que con Luis al mando hubieran conquistado alguna Copa de Europa. Ahora Gil tiene que permanecer en un segundo plano. Tiene que seguir las directrices que le marcan. Incluso se le llena la boca cuando asegura que Luis ha sido su mayor acierto y que quizá tuvo que haberse lanzado a su contratación antes.