La herida todavía está cicatrizando en el corazón atlético. Noventa y un días después de que Hugo Morales diera la victoria al Tenerife en Butarque ante el Leganés y dejara al Atlético un año más en Segunda, la nueva escuadra de Luis quiere acabar con esa pesadilla. En poco más de tres meses se han producido muchos cambios en los dos equipos. El conjunto local tiene a Ciriaco como jefe del banquillo y nuevas caras en su bloque, aunque mantiene la costumbre del empate. Los rojiblancos llegan con sus fichajes de lujo, el Sabio de Hortaleza al mando de la nave y la ausencia de Fernando Torres, que está buscando su primer Mundial para una carrera que se antoja llena de éxitos.

Salvo sorpresas de última hora, no parece que la afición rojiblanca acuda en masa a Butarque. Lo considera un campo maldito después de las lágrimas que se dejaron el día del Tenerife. El Atlético acude como conjunto mandón que desea recuperar cuanto antes el primer puesto, porque sabe que el Xerez tiene una complicada salida a Santander.

Victoria

Luis ya ha advertido que no le vale la igualada y que va a salir a por los tres puntos desde el inicio. En su pareja uruguaya, Diego Alonso y Correa, tiene depositadas sus bazas ofensivas y cuenta con Dani en la recámara para abrir el muro del Leganés en el segundo tiempo si tardan en llegar los goles.

Ciriaco tampoco va a ocultar sus bazas. Minara el campo de obstáculos tanto en defensa como en medio del campo y procurará sacar petroleo de sus contraataques. El Leganés es, junto con el Éibar, el club que más años lleva en la categoría (cumple su novena temporada). Y, por lo tanto, su sacrificio, entrega, pelea y lucha son muy complicadas de superar. Los teóricos apuntan a un partido trabado, espeso y que solamente se encaminará hacia el espectáculo si llega pronto la eficacia en el ataque. Luis sabe que romper estos maleficios aumentan la moral de la plantilla y la afición. Un tropiezo más pondría en duda la solvencia de un proyecto muy bien elaborado esta campaña.