El milagro era posible. A falta de un tramo para que acabase el Rally de Nueva Zelanda, Carlos Sainz tenía a Colin McRae y la segunda plaza a sólo dos segundos. Había realizado una gran remontada y un trompo del escocés le colocaba en su punto de mira. Pero en la especial final era el madrileño el que caía en las garras de otro trompo que le devolvía a la cuarta plaza.

La última jornada en las antípodas fue trepidante, algo que queda demostrado con la diferencia final entre el segundo y el quinto clasificado, a los que separaron sólo once segundos. Sainz dio rápidamente caza a Harri Rovanpera, y tras el penúltimo tramo se encontró a sólo dos segundos del "trompeado" McRae. El postrero trompo del español, a tres curvas del final, le retrasó incluso hasta la quinta plaza, pero recuperó al final la cuarta tras aplicarse a Marcus Gro nholm una penalización por adelantarse en la salida.

Richard Burns culminaba su primer triunfo del año y adelantaba a Sainz en el Mundial, que ahora ya es cosa de cuatro. McRae ha empatado con Tommi Makinen (que no sacó un solo punto del largo viaje) en cabeza del campeonato, seguidos por Burns a nueve puntos y Sainz a diez. A falta de cuatro rallys, Sanremo, Córcega, Australia y Gran Bretaña todo sigue muy abierto.

Pero el problema para el español es que las dos próximas citas en Italia y Francia se disputan sobre asfalto, terreno en el que en la última ocasión que se corrió sobre él, Cataluña, Ford y Pirelli fracasaron estrepitosamente. Además, Peugeot y Citroën serán los claros favoritos, por lo que en las dos próximas citas será complicado para el resto incluso puntuar. Pero en los rallys todo es posible hasta el último momento...algo que Sainz y los aficionados españoles conocemos muy bien.