-¿Cómo se encuentra anímicamente?
-Estoy bien. Ha sido una temporada bella en la que he combatido como un león.
-Salvo milagro, el título parece en manos de Rossi. Pero durante algunas fases de la temporada ha estado muy cerca de él.
-Sí que he estado cerca, pero más aún en el 98 cuando fui segundo. El stop and go (parada obligada en boxes) de Barcelona me quitó el Mundial a favor de Doohan. Luego cambiaron el reglamento, pero yo pagué aquel error con un título.
-¿Por qué fue exactamente aquella sanción?
-Fue por la bandera amarilla que sacaron al final de la recta de meta por la caída de Crivillé en la primera vuelta. Yo pasé por allí a 300 por hora en la siguiente vuelta y era imposible verla. Incluso Doohan dijo en la primera carrera del año siguiente que el tampoco la había visto, lo mismo que muchos otros pilotos. Lo que pasa es que ya no servía de nada y al único que le obligaron a parar por aquello fue a mí.
-A parte de las dos caídas definitivas de Brno y Estoril (la de Motegi ya es una anécdota) ¿qué ha hecho que Rossi haya tenido durante todo el año una renta de puntos tan amplia?
-Seguramente el potencial de la Yamaha es menor que el de la Honda.
-¿El hecho de no poder llevarse el título este año le duele más que cuando se lo arrebató Doohan?
-No. Hasta mi compañero Checa ha dicho que Rossi es fuerte, pero no más que Biaggi.
-¿Cambiará esa situación la temporada que viene con la llegada de los motores cuatro tiempos?
-Eso espero. Yo estaba muy contento y confiado con nuestra nueva moto, pero sólo hasta que vi rodar en Motegi a la Honda V5. Me pareció una moto de alta tecnología.
-¿Felicitará a Rossi?
-Max no tendrá ningún problema en darle la mano a Valentino cuando gane el título.
