Cuando el mundo se queda pequeño

Cuando el mundo se queda pequeño

Elías ha terminado la temporada como el piloto más prometedor. Sólo ha ganado dos carreras, pero ha optado al título mundial... hasta que él y su entorno no comenzaron a quemar etapas antes de tiempo. Suele pasar. Un piloto muy joven que empieza desde lo más bajo, comienza a destacar, se ve con el título bajo el brazo y antes de ganarlo, se le ha quedado el mundo pequeño. Ya no desea seguir compitiendo en la categoría de los principiantes, quiere más, y en vez de vivir el presente, las energías y la concentración se le van planificando el futuro entre los grandes.

A la ambición del joven piloto hay que añadir un padre que de motos sabe algo, pues fue doce veces campeón de España de motocross, un agente que más que su representante y su jefe es su segundo padre deportivo, pues fue quien apostó por él en la alta competición, una tercera persona con grandes intereses comerciales y deportivos, y muy bien relacionada, que necesita campeones pues los que tenía se le fueron, y tres importantes casas de motos: unas ponen mucho dinero sobre la mesa; otras, sus mejores máquinas oficiales. Y todo esto, en plena temporada y aspirando a un título.

El culebrón al fin terminó coincidiendo con el final de la temporada. Pero no habrá desenlace hasta el próximo año. Han quedado demasiados interrogantes, producto de tener tantas prisas. Cuando uno puede ser campeón del mundo, ¿porqué no esperar a serlo antes de subir de cilindrada? Rossi mostró el camino a todos: un año de rodaje y otro para ser campeón; así en 125cc, en 250 y en 500. Lo que un genio tardó seis años en conquistar, otros quieren reducir el tiempo a la mitad. De momento las prisas han impedido luchar hasta el último día por un título. El año que viene, a empezar de cero.