"Doy gracias por no estar en una silla de ruedas"

Ciclismo | Pablo Lastras

"Doy gracias por no estar en una silla de ruedas"

"Doy gracias por no estar en una silla de ruedas"

Lastras no cree en gafes, pero lleva nueve lesiones en cuatro años. Es el Pupas del pelotón y seguidor del Atleti. ¿Casualidad? Su racha hubiera hundido a cualquiera, pero él se ha fortalecido como corredor.

¿Cree usted en gafes?

No, ni en el mal de ojo. Ni siquiera corro con amuletos como hacen otros. Lo único que soy es católico y rezo todas las noches para darle las gracias a Dios por permitirme vivir.

Pues al menos será usted del Atlético de Madrid...

Sí, sí... Soy del Atlético. ¿Pero qué tiene eso que ver con esta entrevista?

Se lo digo porque es usted el Pupas del pelotón.

¡Ah! Pues sí, un poco pupas sí que soy, pero también gano mis cosas, como hace el Atleti.

¿Cómo es posible que se lesione usted tanto?

Pues no sé. Quiero pensar que son cosas que tienen que pasar. El ciclismo es un deporte que genera esos riesgos y yo los tengo asumidos como algo de mi profesión.

Actualmente se recupera usted de su novena lesión en cuatro años.

Sí, el 1 de diciembre me operé del menisco externo de la rodilla izquierda. Ya tengo operados los dos meniscos internos y ahora estoy empezando con los externos. La recuperación, de momento, va bastante bien.

Las caídas son lógicas en el ciclismo, pero tantas operaciones de menisco tendrán otra explicación.

Sí, los médicos me han dicho que tengo mucha laxitud en las rodillas. Tengo que asumir que esa es mi cruz.

¿Cuál ha sido su lesión más grave?

Sin duda, cuando más miedo pasé fue el año pasado, porque me caí entrenando con la mountain bike y me fracturé la vértebra dorsal siete, que es la misma que se partió recientemente el esquiador Beltrametti, pero él ha tenido la mala fortuna de que le ha tocado la médula espinal y se ha quedado inválido. Cada vez que lo pienso, se me pone la piel de gallina.

¿Y no le asusta pensar que usted podría haberse quedado igual?

Muchas veces pienso en ello y sé que tengo que dar gracias por no estar en una silla de ruedas. Sin embargo, no lo recuerdo con miedo. Aquel accidente me ha ayudado, porque me ha hecho más fuerte como persona y como corredor. La prueba es que en 2001 he obtenido mis mejores resultados.

¿Tiene un ángel de la guarda?

Pues sí. Mi ángel es un médico de la Ruber que se llama Luis González Lago, que me ha tratado todas mis lesiones menos la primera. Ya, incluso, me gasta hasta bromas. Cuando me fracturé la vértebra me dijo: "Pablo, ¿a ver cuándo te metes una leche en condiciones?". Luego me confesó que esa vez sí se había asustado.