Costa no ha mejorado los números de Rojo

Primera | Zaragoza

Costa no ha mejorado los números de Rojo

Costa no ha mejorado los números de Rojo

Su porcentaje de puntos conseguidos es el mismo: 38%.

El aire fresco que parecía haber supuesto la llegada de Luis Costa al banquillo del Zaragoza está volviendo a cargarse. Una vez trascurridos siete encuentros desde su toma de posesión, los números de su expediente no son peores que los de Rojo ni tampoco mejores, son iguales. Chechu Rojo dirigió esta temporada al equipo aragonés en 21 encuentros ligueros en los que sus jugadores acumularon un total de 24 puntos de los 63 en disputa, es decir, un 38 por ciento. Un escaso bagaje que hizo caer, junto a un cúmulo de factores extradeportivos, la guillotina sobre la yugular de su segunda etapa al frente del equipo.

Por aquel entonces, el equipo adolecía de pegada (algo comprensible ante la lesión de Drulic y la ausencia de Milosevic) y exhibía una debilidad defensiva impropia de su libro de estilo. Llegó Costa, volvió Milosevic y pareció reinar la alegría. El Zaragoza se impuso (3-2) al Rayo con dos goles de Savo y parecía que la llegada del gigante yugoslavo aplacaba la sequía realizadora. En el partido siguiente, la avería en la retaguardia amagó con pasar a la historia con un trabajado empate sin goles en El Sadar. Más de lo mismo. Desde entonces, el conjunto aragonés ha vuelto a la errante senda por la que ha circulado a lo largo de toda la temporada. Y es que una victoria en los últimos cinco partidos (tres goles a favor y seis en contra) han estafado la ilusión, el efecto gaseosa que provocó la llegada del entrenador.

Con la llegada de Costa, el Zaragoza ha sumado ocho puntos en siete encuentros, una dinámica que ha vuelto a internar al zaragocismo en la unidad de cuidados intensivo. Además, da la casualidad de que el porcentaje de puntos sumados por ambos técnicos es el mismo (38%), lo que refuerza la teoría de que Costa, más que en apagar fuegos, es un especialista en manejarlos en situaciones límite. Sin ir más lejos, el año pasado logró extinguir el incendio cuando el olor a azufre anunciaba la tragedia. Ahora, con las llamas sin extinguir, la esperanza radica en su capacidad para controlarlo.