Se ha estrenado en Inglaterra con un gol muy suyo. De cabeza, con fuerza...

—Entré con todo. Y eso que tenía un corte en la frente con seis puntos. Lo celebré a mimanera, aunque eché de menos mi camiseta de ‘lo siento, pero no to er mundo puede ser de la isla’.

—A quién se le ocurre. ¿Qué hace un gaditano de San Fernando en Blackburn?

—Ganarse la vida. Jugar y querer marcar muchos goles. Me acuerdo de España, de la familia, de Cádiz... esa luz, esas gambitas, la alegría, el son... Y ahora que voy a ser padre... Un Jorgito va a ser, como yo. Pero bueno, estoy bien aquí ¡eh! El inglés es muy distinto a nosotros, pero me tratan de maravilla y su fútbol me viene al dedo. Blackburn es pequeñito, gris, un sitio industrial. Por eso vivo en Manchester. Tardo 40 minutos en ir a entrenar, pero lo llevo bien.

—Les ha puesto ya a Camarón en el vestuario.

—¡Qué va! No se enterán de nada. Ni yo tampoco. Sobrevivo con mi inglés del instituto.

—Y qué le parece su Zaragoza. Mala pinta tiene...

—La situación es jodidilla, pero se van a salvar. Seguro.

—Resentido por haber tenido que emigrar...

—Nunca entendí mi situación. Con Rojo no tuve problemas, jugaba, hacía goles, pero fue llegar Costa y me mostraron la puerta. Me dejaron de lado y me busqué la vida.

—¿Sabe que sigue siendo el máximo goleador del Zaragoza, que lleva tantos goles, seis, como Milosevic, Bilic, Drulic y Jamelli juntos?

—Luis Costa optó por ellos, y me lo dijo. Quée voy a hacer.

¿Qué tal le tratan?

—Muy bien. Me fichó Souness y me hace jugar. Aquí el trato es más directo y más cordial. Pero claro, España es España y me gustaría volver, ‘pisha’.