Se juega el descenso ante el socio 5.297

Primera | Zaragoza-Celta

Se juega el descenso ante el socio 5.297

Se juega el descenso ante el socio 5.297

El Celta de Víctor decide el futuro de un Zaragoza agónico.

Se agota el tiempo para alcanzar el milagro y evitar la caída al infierno, se le acaba el crédito a este Zaragoza hundido, si es que alguna vez lo ha tenido en los últimos meses. Una vez más la crueldad del destino lo hace todo más difícil, lo complica con las suficientes gotas de morbo añadido porque su rival de esta tarde en La Romareda, el equipo que puede darle prácticamente el último empujón al abismo, es el Celta de aragonés tan ilustre como Víctor Fernández, todo en las manos del socio número 5.297, en la pizarra táctica de un querido enemigo.

El fútbol, el mismo que despierta a veces justificadas suspicacias vecinales o pactos verbales y casi nunca escritos de conveniencias clasificatorias, en ocasiones como ésta no entiende de sentimentalismos. Porque es evidente que el Zaragoza se juega la vida, evitarse una mancha negra en su historia, pero el Celta no puede andarse con miramientos porque tiene al alcance de la mano aspiración tan legítima como gloriosa de meterse en la Champions, palabras mayores. El drama está servido.

Sin gol. Claro que, como casi siempre, el juez supremo será el balón, el gol en última instancia. Y por ahí las cuentas hace tiempo que no le salen al Zaragoza, cuya media realizadora no le llega ni a un gol por partido, apenas 0,94, una birria, la tercera peor sequía goleadora de su historia. Más que nunca este equipo ahora de Marcos Alonso necesita como agua de mayo la resurrección del mejor Milosevic, que finalmente será titular y que suma cinco tantos desde su regreso, pero que no ha acabado de recordar al grandísimo futbolista de hace un par de años. Aunque a ver si ahora toda la culpa va a ser de Savo, porque casi nada ha funcionado esta temporada ni individual ni colectivamente en este equipo.

En realidad, lo que el Zaragoza necesita es un lavado de cerebro colectivo, a ver si en las tres últimas finales que le quedan puede salvar un año caótico. Qué lejos queda esa no tan lejana última final de Copa en La Cartuja, con un Zaragoza campeón precisamente frente al Celta de su querido enemigo Víctor, el rival que hoy sí quizá puede darle la puntilla.