Hace un tiempo, coincidiendo con el partido de la Liga italiana entre el Inter y el Atalanta, me quedé sorprendido con las imágenes que mostraban cómo los ultras más radicales del equipo de Bérgamo lanzaban una ciclomotor sobre los hinchas del Inter. El pasado lunes, sin ir más lejos, aluciné cuando leí que los tifosi del Milán se dejaban una granada de mano en Verona. Pero lo de ayer fue muy triste. Ver cómo una afición, que tiene las narices de ir a Madrid a animar a su equipo, pagaba la rabia de recibir un golazo rival lanzando bengalas a los aficionados rivales. Fue lamentable, triste y para sentirse muy decepcionado.

La gente que se permitió tal acción es el grupo que tiene idealizado Gaspart para su futuro más inmediato. Una vez acabe su mandato como presidente, que más de uno espera que sea pronto, no tiene otra cosa en la cabeza que sentarse seis meses entre los Boixos Nois para recuperar su pasión. ¿Tiraría Gaspart una bengala sobre el público? Es hora de que responda. Y claro.