La Novena, sí, pero ¿y después...?

La Novena, sí, pero ¿y después...?

Quizá esta noche la gente salga a las plazas en muchos puntos de España para celebrar la novena Copa de Europa de ese extraordinario club. La tiene a mano. El rival no parece mejor, ni menos cansado, ni menos desmoralizado, sino más. El Madrid tiene tablas para este tipo de partidos, porque está lleno de jugadores con un gran cuajo, con personalidad, con la seguridad de los ganadores que se sienten capaces de lo más difícil. Y si miran a su alrededor ven a otros como ellos mismos, en su mismo equipo, vestidos con una camiseta que es en sí ganadora.

Sí, quizá esta noche la gente salga a las plazas en muchos puntos de España para celebrar la Novena. Puede ser una gran noche. Pero hay que poner un reparo, y a la vuelta de este partido, ocurra lo que ocurra, el club debe corregir actitudes interiores que le están alejando de sus objetivos. El viejo escozor que producía aquella Quinta de los Ferraris, que reservaba sus esfuerzos para los días más importantes y más lucidos, y que abandonaba la lucha por lo cotidiano (y lo cotidiano es la Liga) se vuelve a sentir ahora. Existe la incómoda sensación de ver algo que ya se ha visto.

Lo que ha hecho al Madrid tan querido en España (y fuera) no son exactamente los ocho títulos de Europa, sino un estilo, una ética del esfuerzo, una insistencia en la excelencia. Una Champions puede ser consecuencia de unos grandes fichajes, posibles desde el dinero que el club es capaz de recaudar en un país enamorado del fútbol y del Madrid y con una televisión de pago muy desarrollada. Pero el encanto del Madrid debe ser otro. Deber ser una imagen edificante, muy distinta de la que viene dando durante el último mes. Pasado el partido deberá reflexionar sobre ello.