Deja la Selección tras el Mundial, y es una lástima porque Wilmots es de lo poco que Bélgica ha producido en los últimos años. Centrocampista llegador, potente, con buen sentido táctico, hizo el primer gol ante Japón y hoy puede romper al débil centro del campo tunecino. Tiene ya 33 años y hace 17 fue la revelación y el máximo goleador de la Segunda División belga con el Saint Trond. Firmó por el Malinas, y por entonces la revista ONZE le etiquetaba como la futura estrella de la selección belga. No se equivocó, porque pocos futbolistas belgas han dado mejor resultado en los últimos treinta años. Hijo de padres agricultores en Jodiogne, cerca de Bruselas, jugó su primer Mundial en Italia 90. Se mantiene en el Schalke tras un año en el Girondins.