Susto antes del derby

Amistoso | España 1 - Bulgaria 0

Susto antes del derby

Susto antes del derby

paco Ayala / Carlos martínez

Helguera y Puyol terminaron tocados. Parece que no peligran para el clásico. José Mari logró el gol.

Superado el fervor del anfitrión (que dura diez minutos), cuando alguien organiza una fiesta en su casa su única obsesión acaba siendo que no se rompa nada, extremo no confirmado tras el partido de ayer porque Helguera terminó cojeando y Puyol tocado, por lo que todavía es posible que descubramos la quemadura de un cigarro en el sillón. La fiesta de Villar, que no servía absolutamente para nada, sirvió para esto.

Para resolver críticamente estos partidos inútiles uno empieza invocando a las musas y acaba en las musarañas, ajeno al fútbol sin cafeína, más atento a la rubia de la banderita, a la que supones de nombre Carmen, por aquello del estadio, hasta que alguien te dice que Los Cármenes son los jardines interiores de las casas moras del Albaicín y entonces decides que la rubia se llama Azofaifa, y pertenece a un harén, hay que templarse en las noches frías.

Entre tanto pensamiento a ninguna parte, Vicente entraba por su banda (la izquierda es suya) y la Selección mostraba un entusiasmo casi juvenil, quizá provocado por el buen rollo catequista que transmite Iñaki Sáez, qué buenos son los padres escolapios, qué buenos son que nos llevan de excursión. Todo esto hacía que el partido tuviera un aire de fiesta de fin de curso (la Selección no volverá a jugar hasta febrero de 2003, contra Alemania), con el público comportándose como los progenitores de los futbolistas, entregado e incondicional, incluida Azofaifa.

En los primeros minutos, España llegó con peligro y creó numerosas ocasiones de gol, tanto que Bulgaria parecía Vulgaria, de tan ramplón. Y para culminar el bailoteo llegó el gol a bocajarro de José Mari, tras jugada de Vicente, pared con Baraja y pase de la muerte del propio Vicente, qué bueno es.

Hasta ese momento, y aparte de Vicente, los mejores del equipo eran Albelda y Baraja, que más que medios centros son centros enteros, suficiente para explicar dónde reside la solidez del Valencia campeón y lo que te rondaré Benítez. Tampoco estaba nada mal Guti, entre líneas, metiendo balones en profundidad, entrenando con José Mari lo que casi nadie hace con Ronaldo y a él no le dejan.

Tras el gol, los búlgaros, todos muy pareciditos, se estiraron justo lo que España se encogió (bastante) y comenzaron a llegar al área de Iker, que salvó, milagroso, un cabezazo con perversas intenciones. Nuestra defensa, disipada.

El partido no tardó en entrar en una fase en la que lo más interesante era decir ¡uy! cada vez que uno del derby rozaba el plantillazo (Salgado) o la elongación (Puyol). No había más.

En la segunda parte, Tristán, gran delantero de complicados vericuetos mentales, se encargó de recordarnos que este fin de semana juegan más equipos y pareció que se lesionaba de importancia en la rodilla, lo que provocó un cierto pánico, el Depor somos todos. Pero una vez visitado el banquillo, Tristán se recuperó de forma prodigiosa y fueron suyas las mejores ocasiones. España se vino arriba al final del encuentro, asunto complicado porque el sopor ya lo invadía todo. Capi, siempre dispuesto, ayudó a dar palmas, tiene un nombre en Granada.

Luego llegó lo de Helguera, su lesión, lo único que resultó verdadero porque se rondaron los peores presagios, después desmentidos. Pero lo de hoy traerá cola, y si no, al tiempo. Aunque los médicos de la Selección le quiten importancia (¿qué iban a hacer?) Helguera se fue cojeando y es imposible no imaginar una defensa del Madrid formada por Pavón y Rubén en pleno Camp Nou hirviente. Puyol tiene un estiramiento en la articulación de la cadera, lo que no debe ser nada, pero no suena muy bien. Y sin Puyol el Barça se perdería al jefe de la tribu. Lo peor de lo inútil es que estorba. Y es fácil tropezar con algo que estorba.