Va delante del resto

Va delante del resto

Cuando tú vas, yo vengo de allí”, dice la canción más conocida de Chenoa. Estribillo aplicable a Augusto César Lendoiro. El presidente del Deportivo suele ir por delante del resto. Si no, no es explicable el milagro que ha hecho con un equipo de una ciudad de 250.000 habitantes, que se ha instalado entre los grandes de España y que va arrollando a los mitos de Europa. Se trata de ser más listo y más rápido que tus rivales. De fijarse en un jugador con futuro como Sergio, como Valerón, como Tristán, como Makaay y quitárselos a Madrid o Barça. Los tienes tú y encima no los tienen ellos.

El resto es dedicación absoluta a un club, en el que lleva más de 14 años. Lendoiro dedica sus noches al Deportivo. Apaga él mismo las luces de la sede de la Plaza de Pontevedra y se marcha a cenar con su amigo Crispi, al restaurante El Manjar, a seguir maquinando, a vigilar el mercado para la próxima temporada. Luego está su orgullo de sentirse deportivista, gallego, de Corcubión, una de las zonas más afectadas por la marea negra, drama que siente como propio. Le vi llorar por la tele cuando el Depor perdió aquella Liga de Djukic. Años más tarde y, desde cerca, pude comprobar que en las celebraciones también es único.

El Deportivo es obra suya y como tal lo siente. Por eso tiene fama de negociador implacable. Fue el primero en pedir a las selecciones una cuota por prestar a los jugadores, de ver el negocio de los derechos televisivos. Es el ideólogo de la LFP, donde suelen hacer caso de todas sus ideas. Lendoiro es un visionario, pero se lo curra. Es un presidente de andar por casa, sin móvil. Ni siquiera conduce. Esa sencillez es el secreto de su éxito.