Tenemos un problema

Liga de Campeones | Real Madrid 2 - Lokomotiv 2

Tenemos un problema

Tenemos un problema

El Madrid se complica la vida. Tuvo el partido encarrilado y se durmió. Raúl, autor de dos goles.

El Real Madrid podrá decir ahora que mereció ganar, que remató más veces, que acorraló al rival y que pagó la cena. Vale. Pero el árbitro pitó el final cuando faltaban dos segundos y Obiorah se dirigía hacia Casillas totalmente solo. En ese momento, tras ese pitido, los rusos demostraron ser un pueblo pacífico y sin grandes ambiciones. No digo que pulsaran el botón rojo (y era para ello), es que no levantaron ni una mano. Incluso el propio Obiorah, nigeriano de Moscú, se limitó a poner cara de cáspitas, qué fatalidad, otra vez será.

Pero el Real Madrid no empató (que ayer es perder) por la mala suerte en el remate, no fue ese tipo de partidos. El Madrid no ganó porque se durmió clamorosamente cuando se puso por delante, como le sucede tantas veces, por esa manía casi inconsciente de ahorrar fuerzas, que este partido ya lo vimos contra el AEK, clavadito.

Y esa actitud indolente que le sobreviene es la que hace crecer a sus rivales, por muy apocados que sean, que estos lo eran. Tal y como cuenta la historia, en los primeros minutos el Madrid empezó a acumular ocasiones que hacían presagiar goleada inmisericorde, grandes titulares.

Las primeras oportunidades las acaparó Ronaldo. Comenzó con un disparo desde el pico del área que rechazó el portero, que ya parecía sospechoso aunque sólo fuera por su coletita estilo Seaman (porterito tenebroso). Luego, el crack falló un mano a mano tras gran pase de Raúl en profundidad. Y poco después un remate a bocajarro que pretendió ser con la cabeza y fue con la nariz. Y al hombre que lo ha ganado todo (sólo le falta el Oscar y el Goya) no se le volvió a ver. En el descanso fue sustituido por una sobrecarga en el gemelo de la pierna derecha.

El Madrid dominaba (bien Cambiasso) y si los rusos, de por sí encogidos, salían a la contra era un poco por inercia, sin grandes convicciones. Así las cosas, llegó el primer gol del Madrid en un buen pase de Ronaldo a Raúl, que se despachó a su marcador con un recorte exquisito, acariciando la pelota. El ruso burlado abrió una zanja y Raúl, liberado, marcó casi sin ángulo, con la colaboración inestimable del portero, de nombre irreproducible, al que llamaremos cantarín.

Y, oh cielos, donde pudo empezar la fiesta, comenzó la tragedia. El Madrid, que tiene muchísimas virtudes, tiene también una preocupante falta de instinto asesino, de ahí los ronditos cuando va ganando y de ahí también que no meta ocho de vez en cuando, que podría.

Con el resultado encarrilado, el equipo perdió toda concentración. Makelele fue sustituido por Flavio por problemas musculares, pero no se pueden localizar en él los problemas del Madrid. Más bien en Zidane, quizá pasando esa crisis que él mismo sitúa por estas fechas. Aunque los problemas también son achacables a las dificultades que encuentran los jugadores para atacar defensas ordenadas y parapetadas atrás, donde no hay más espacios que los que te quieras buscar. Y la gente de arriba, que son medio equipo, permanece muy estática en esas ocasiones, casi alineados en la frontal.

Y nada más comenzar la segunda mitad, cuando ya se mascullaba ese run-run que parecía decir yo esta película ya la he visto, llegó el empate del Lokomotiv. Obiorah aprovechó la debilidad de Pavón y marcó de punterazo pastelero. No es cuestión de crujir a Pavón por un fallo, más aún cuando lo venía haciendo bien en los últimos partidos, pero debe aprender que la principal virtud de un central es dar miedo. Basta ver a Ayala, que es el mejor. Luego está jugarla y salir como Beckenbauer, pero todo empieza porque no te roben la cartera y para eso lo mejor es que ni se atrevan. No obstante, lamentando la lesión de Hierro, hay que admitir que con él la zaga pierde toda la cintura que había demostrado recientemente, muy útil en encuentros como el de ayer.

Sin apenas respiro, llegó el segundo tanto del Lokomotiv, obra de un tal Mnguni, que entró en el área silbando. Aquello provocó la reacción furibunda, el asedio histérico, cien disparos contra el muñeco y otros tantos que rozaban las escuadras y la coleta de cantarín. Pero el Madrid no puede fiar su suerte a un ataque desesperado. La desesperación debe ser un recurso, no un método.

El mejor

Figo, el mejor del partido (esa es la buena noticia), se cargó el equipo a los hombros y de una de sus rosquitas nació el gol del empate, un tanto extraño, conseguido por Raúl con el pecho. Ese pase, entre la defensa y el portero, era imposible no meterlo. El resto fue lo de siempre, más nervios que peligro, el equipo volcado, casi agónico, pero absolutamente embarullado.

Al final, tuvo suerte el Madrid de que el árbitro fuera riguroso y su reloj adelantara unos segundillos, por decirlo finamente y sin pensar mal. Pero el empate deja sensación de media estocada, impresión de que esta vez costará salvarse, de que habrá que ser héroe muchas veces. Y eso da un cierto vértigo. En la Champions el Madrid de los últimos años siempre supo administrar sus siestas y sus hazañas, de modo que unas y otras llegaban siempre en el momento preciso. En esta ocasión será diferente. Habrá que salir a morir desde ya. Con eso gana el fútbol, pero podría perder el Madrid.

Cinco encuentros sin ganar en casa

Con el empate cosechado ayer por el Madrid ante el Lokomotiv, el equipo blanco ha encarrilado una racha de cinco encuentros consecutivos sin ganar en el Bernabéu: El equipo madridista logró empates ante AEK (2-2), Villarreal (1-1), Real Sociedad (0-0) y ayer ante los rusos (2-2). La única derrota la cosechó ante el Roma al perder por la mínima al caer por 0-1.