Regañina y justificación razonable

Regañina y justificación razonable

A nadie se le oculta (pese a esporádicos destellos, como el último partido tan brillante contra el Mallorca o la misma Intercontinental) que el Real Madrid no atraviesa una buena racha. Es habitual que los comentaristas de fútbol den mil explicaciones (con la regañina, que en esta ocasión es merecida y necesaria) a las rachas malas. Pero creo yo que los equipos —y no sólo el Madrid— atraviesan malas rachas por la natural dificultad en hacer coincidir dos ecuaciones distintas. Para que todo vaya bien, un jugador debe sentirse física y psíquicamente a gusto (a nivel individual) y luego conjuntarse con los otros diez del equipo. Pero (lesiones y cansancio aparte, que no es poco) ¿no tiene uno malas rachas personales? Ese parece ser el caso de Zidane —tan atinado en su autocrítica tras lo de los rusos—, ahora.

Pues si Roberto Carlos está muy bien y le hace un pase —digamos, por ejemplo— a Raúl, que ese día anda mohíno (el delantero estupendo ha tenido una reciente época mohína) el pase saldrá mal. Porque el fútbol es una suerte de rara matemática en la que —contra lo que muchos creen— no sólo importa, siendo esencial, la forma física. Y al Madrid hasta ahora, esta temporada, le ha fallado la conjunción del equipo y —demasiadas veces, lesiones desafortunadas aparte, insisto— el estado mental o personal de las individualidades brillosas. Así es que hay que regañar, evidentemente, y desear que —unos por una causa y otros por otra— todos se esfuercen en ponerse las pilas. ¿Puede dar poca luz un equipo lleno de bombillas tan grandes?