Un buen principio

Un buen principio

Otra vez metidos de hoz y coz en las Señaladas Fechas, me resisto a dejarme caer por la ladera llena de los demás tópicos que son otro tópico de la Navidad. Pero, si me permiten, sí quisiera echar un vistazo al año que está a punto de terminar, para compartir unos cuantos deseos para el futuro.

Acaba el Año Internacional de la Montaña, que se ha llenado en todo el mundo de actos públicos, ediciones de libros, artículos, exposiciones, conferencias y un montón de acontecimientos más con la pasión por la montaña como protagonista. Habrá quien piense que este tipo de celebraciones son sólo puro confeti, que alegra la vista y adorna, pero desaparece con el primer soplo de viento. Y probablemente tengan un poco de razón. Pero viendo el desastre que acontece en las costas gallegas estarán conmigo que es necesario tomar conciencia de nuestra fragilidad y de la del planeta que habitamos. Los ecosistemas montañosos, que guardan las reservas de agua de las que se surten más de la mitad de la población de la Tierra, están amenazados por problemas medioambientales, por prácticas empresariales transformadoras y conflictos armados.

Las montañas y los mares son lugares que necesitamos, que nos aportan valores tan imprescindibles como la fuerza de sus paisajes o la pureza de sus sonidos y sus silencios. Creo que ya nos hemos dado cuenta todos de que necesitamos limpios y salvajes los acantilados gallegos aunque no nos proporcionaran percebes. De la misma forma las montañas son mucho más que las rugosidades de la Tierra. Son la suma de su majestuosidad y belleza, del sentimiento que les han otorgado los alpinistas, y del poso cultural que, a través de libros, películas o poemas, han provocado. Son templos de encuentro del hombre consigo mismo y con la naturaleza más soberbia y por ello debemos preservar su esencia. Este año internacional habrá valido la pena aunque sólo haya servido para que un puñado de personas hayan tomado conciencia de lo que significan o para despertar su corazón aventurero.

Perdonarán que les invito a que vean el documental que hemos realizado sobre esta celebración y que se emitirá el domingo 29 por La 2. No lo hago tanto por nuestro trabajo —que ojalá les interese— como por el puñado de opiniones y pensamientos que algunos de los más grandes alpinistas de nuestro país, y el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón, han expresado frente a nuestra cámara. Me quedo con esta reflexión de mi buen amigo Ferrán Latorre: "Como los cuadros de Velázquez o las sinfonías de Mozart, las montañas deben considerarse patrimonio de la humanidad". Con los mares representan los últimos lugares donde vivir la aventura y sentirnos plenamente humanos. Está en nuestras manos que así siga siendo. No es un mal propósito para el año nuevo. ¿No creen?