Himno emblema, himno voz

Himno emblema, himno voz

Aunque tenga sus ripios y un innegable tono zarzuelero, el viejo himno del Madrid (el de Villena/ García, que podían haber sido parientes míos, pero no lo son) cumple con lo que se supone en un himno: tiene un mensaje contado, narrado y una alusión a Las mocitas madrileñas... En este caso (me parece) el ¡Hala Madrid! sonaba a todos los madridistas pero se escuchaba más que se cantaba. Hoy —que duda cabe— aquel viejo himno, estrenado en marzo de 1952, suena a rancio, a una España atrasada y a una voz tan clásica de la época (José de Aguilar) que uno duda entre voces del NO-DO y los boleros con bigotito de Bonet de San Pedro.

Frente a aquella antigua solera de un tiempo (no en el ámbito deportivo) malo, el himno del Centenario, como letra, es una nadería; pero tiene lo que se espera del minimalismo actual: un eslogan: Que sepa el universo/ cómo juega el Madrid. Y sobre todo tiene una voz: el sonar centelleante y estelar de Plácido Domingo. En sentido estricto, el minihimno de José María Cano es realmente inferior al de Antonio Villena y Marino García. Pero el eslogan noble y bélico adalid/ caballero del honor no tiene—hoy— ni la mitad de eficacia que el antedicho. (¿Entenderían verdaderamente todos los que lo escuchaban la voz adalid? No hay duda, el himno nuevo es el que canta Plácido Domingo. El viejo —entrañable— quedó obsoleto. Y ambos (uno y otro) eran mejorables en algunos aspectos, aunque hacer un himno sea una labor muy difícil. Pues, al fin, el autor siempre será el público.