Zidane eleva al Madrid

Primera | Real Madrid 4 - Valencia 1

Zidane eleva al Madrid

Zidane eleva al Madrid

A. aparicio, mariano pozo y paco rodríguez

Fabulosa victoria ante el Valencia. Aimar expulsado. Zizou se exhibió en el último gol de Portillo.

Tuvo la categoría de una final de la Copa de Europa. Y lo pareció en muchos momentos. Fue un partido precioso, quizá haya que empezar por ahí. Tuvo grandeza, ni una sola frivolidad, ni un gesto menor. Ganó el Real Madrid porque es imposible que no lo haga cuando los genios se desencadenan. Así fue la primera parte, un vendaval, un asedio constante, un rebosar de las que suelen ser carencias galácticas: la entrega desde el primer minuto, la pasión continua, el hambre, sobre todo el hambre.

Por tenerlo todo, el partido también tuvo polémica. El Valencia justifica su derrota por la expulsión de Aimar cuando el partido estaba empatado a un gol. El argentino vio la primera amarilla por golpear con la bota la cabeza de Casillas, que había salido a sus pies. No fue con intención, eso seguro, pero en este tipo de acciones para evitar al portero, tan intuitivas, salta desde un niño en alevines hasta Alfaro (creo). Fue innecesario, podemos discutir también si riguroso, torpe en cualquier caso. Pero con esa advertencia, Aimar entró a Salgado tarde y con pisotón incluido. Amarilla clara. Y a la calle. Quizá frustración por no estar a la altura de algún colega.

Se sabía que cualquier detalle podía ser utilizado en contra del Madrid, dada la susceptibilidad que maneja cierto sector del valencianismo, por algunas afrentas no faltos de razón. Pero toda la altura que ha alcanzado el Valencia le niega disculpas de equipos inferiores. El Valencia no perdió por la expulsión de Aimar, aunque siete minutos después marcara Zidane el 2-1. El Valencia fue inferior en la primera parte, pudo llevarse varios, y también lo fue en el global de la segunda. Sólo el gol de Ayala le permitió mirar al Madrid a los ojos, seamos sinceros.

Y no es que el Valencia jugara mal, no, es que el Real Madrid de la primera parte es un equipo infinito. Para empezar, Roberto Carlos hizo los mejores 45 minutos que se le recuerdan: quiebros, pases, chuts, un disparo a la escuadra, cien subidas, mil carreras. Formidable.

Zidane se unía a la fiesta y tras él Figo y Raúl y Ronaldo atacaban por todos lados. Un pase del francés a la espalda de la defensa fue aprovechado por Ronie para abrir el marcador. Fue uno de esos goles que nos ponían por la tele cuando Ronaldo fichó por el Madrid, esos que marcaba con el Barça o con el Inter.

Así fue: desmarque (el pase venía con lacito y felicidades), carrera, encare, tú por aquí y yo por allí y gol. Si aquello fue extraordinario, el hecho de que el brasileño quisiera celebrarlo abrazando a Del Bosque, que había enterrado a su madre por la mañana, resultó más emocionante todavía. Al final, es imposible no comerse a Ronaldo. Hay gente que nace con el don de hacerse perdonar cualquier cosa. Y es mejor no casarte con ellos porque te hacen el río y hasta te ríes.

Cualquier otro equipo que no hubiera sido el Valencia (y que no hubiera tenido a Palop) habría sucumbido estrepitosamente. Pero su mérito fue llegar vivo al descanso. Tras él, ciertos titubeos del Madrid culminaron con el gol de Ayala (primero que recibe el Madrid de cabeza), tras cierto descontrol en las marcas, pues Makelele no puede (ni debe) cubrir a un especialista.

Esos fueron los minutos del Valencia. Baraja y Carew lo rozaron. Hasta que llegó Zidane. Siempre pensamos que lo que le separaba de Maradona y compañía era que su poesía carecía de la suficiente pólvora, de la continuidad necesaria, de la efectividad, de la resolución. Sin embargo, anoche (y ya van varias) rescató al equipo cuando más sufría. Una pared con Raúl le dejó sitió y le permitió poner el 2-1.

El Madrid se rehizo y el Valencia se acordó de todas sus penas, incluida Aimar. Guti sentenció con un gol de Guti, expresión que sirve para explicar el tanto conseguido por el suplente que nunca falla y además lo hace bonito. Y el cuarto fue todo de Zidane aunque lo metió Portillo. Nureyev la recogió en el centro, el control ya fue un regate, luego vino una bicicleta y un cambio de ritmo y después un pase por donde aparecía el niño. Fastuoso.

Mucho castigo, lamenta el Valencia, como si doliera más la goleada que la derrota. Jamás habían encajado cuatro goles con Benítez. Pero cuando el Madrid se desata lo único posible es esperar a que escampe, cuando correr más no es la fórmula no hay fórmula eficaz. El Madrid se pone a tres puntos de la Real Sociedad, pero, lo que es más importante, parece haber encontrado el camino.

Albelda, Hierro y Aimar, sancionados

Fernando Hierro, Albelda y Aimar se perderán la próxima jornada de Liga. Los dos primeros al ver la quinta amarilla y el último por su expulsión. Hierro no jugará ante el Celta y los dos valencianistas serán baja ante la Real.