La carta

La carta

Me escribe un amable lector: "Señor Trueba (por llamarle de alguna manera), ¿qué estaba usted bebiendo mientras, tumbado en un sofá, escribía la crónica del partido, Coca-Cola o Nestea?". Le contesto: bebía Coca-Cola y le agradezco que no me pregunte si ingería Anís del Mono o Ron Pampero, pues esta duda me dejaría en una situación más delicada, aunque tumbado, eso es cierto: el respaldo de mi silla ergonómica se inclina como el asiento de un astronauta.

Después de algún calificativo que no reproduciré (no vaya a ser que estén de acuerdo) y tras culparme de "criticar a chavales de 20 años porque no han salido como Raulito, su niña bonita", prosigue: "El próximo partido hable usted con Del Bosque, salga a jugar y cuando no pueda más yo escribo la crónica y vemos qué tal le sienta". Ya se lo digo: me sentaría mal, tirando a horrible, pues mi fisonomía tipo Ibagaza se ha abombado por culpa de la Coca-Cola y la silla ergonómica.

Agradezco las críticas (tampoco se me amontonen) pero aceptemos el despelleje como parte del juego, sin ofenderse. Vean si no como, tras humillarme, concluye mi estimado lector: "Por cierto, a mí esto me la suda, yo soy del Barça".