El presidente del Real Zaragoza, Alfonso Soláns, se esfuerza por renovar en público su confianza en Paco Flores: "Me preocupa que la afición esté contra el entrenador, pero su puesto no corre peligro". Pero lo cierto es que el incendio del pasado sábado en La Romareda ha dejado al técnico sin su red de seguridad. Ahora mismo, Flores lo tiene todo en contra y se jugará la cabeza en los dos próximos partidos (Racing de Ferrol y Compostela).

Por encima de las dos últimas derrotas y de la salida de las posiciones de ascenso, existe el convencimiento en el Zaragoza de que cuando la afición empieza a disparar contra un entrenador ya no hay quién detenga la cacería. Y lo que es peor para Flores, en el club todos defienden, incluidos la gran mayoría de los futbolistas, que es el propio entrenador el que ha empezado a cavarse su fosa con sus continuas críticas al entorno (al periodismo, pero también a la grada) y especialmente por su empeño en mantener contra viento y marea media docena de decisiones futbolísticas incomprensibles: la insistencia en Paco, el permanente sacrificio de Aragón, la posición adelantada de Soriano, la reiteración en Galca...

El Real Zaragoza es desde hace varias jornadas un equipo desenfocado y vacío, un reflejo de la propia desorientación de su entrenador. Sin embargo, Flores no parece dispuesto a cambiar: "Yo voy a seguir manteniendo hasta el final mis propios criterios".

"Su cabezonería se ha hecho insoportable para todos", lamentaba ayer un consejero, tras la reunión que mantuvo ayer el consejo de administración para abordar el futuro de Flores y la delicadísima situación por la que atraviesa el Zaragoza.