Los dioses son blancos

Primera | Villarreal 0 - Real Madrid 1

Los dioses son blancos

Los dioses son blancos

a. aparicio, juan navarro y eduardo gonzález

Helguera marcó en el 89’. El Villarreal mereció más. Casillas lo paró todo. Y Guti lo revolucionó

A los buenos equipos se les nota mucho cuando tienen suerte. Tal vez porque uno espera que aquellos que nacieron con talento o con dinero, o con ambas cosas, no serán nunca ayudados por la fortuna, bastante tienen. Sin embargo, cuando Helguera marcó en el último minuto se confirmó que la suerte, aunque es imposible amarrarla (por eso la mitología la pinta calva, para que no se la pueda agarrar por el pelo), se arrima a los mejores, seguramente porque en ellos se acumula el talento y el dinero. Es problable que la suerte del Madrid no fuera el gol, sino Guti, que revolucionó el partido, o Casillas, que lo salvó, o el mismo Helguera; su suerte no cae del cielo, está en sus bolsillos.

Si no hubiera sido por el gol de Helguera el Madrid habría descubierto una nueva forma de dejar escapar un partido. A diferencia de lo que le sucedió en Santander y Pamplona (donde fue derrotado), no se encontró con un choque asfixiante, no se vio muy presionado e incluso llegó al área rival con cierta facilidad. Sin embargo, estuvo a punto de perder. Y el Villarreal, que ofreció un duelo abierto, sin artimañas, pelín suicida, estuvo cerca de ganar.

En el caso del Madrid, Del Bosque se equivocó primero al no intercalar en el equipo titular a algunos jugadores como Guti o Portillo y se volvió a equivocar después al no meterlos antes en el campo. Ya sé que a toro pasao todos somos El Juli, pero era un encuentro para gente que tuviera motivaciones propias, que pudiera olvidarse de lo que espera en Moscú. Por eso brilló a ratos Cambiasso y por eso mismo los galácticos parecían enredados, extrañamente grises.

A Guti, en cambio, le sobraban los alicientes. Por un lado estaba (y está) su intento de reivindicarse en cada oportunidad y por otro su pleito con la afición del Villarreal, ofendida porque hace un par de años llamó "paletos" a un grupo de aficionados que le increpaban. Pero quizá motivado por los abucheos, cuando Guti entró en el campo el Madrid dejó de ser un robot. Bastaron 20 minutos: primero fue un pase de casi gol a Figo; luego se hizo un claro en la selva y se inventó la jugada que valió el triunfo.

Tras dudar en la primera, el Villarreal había dominado la segunda parte. Y jugando al fútbol. Guayre, Víctor y Palermo disfrutaron de ocasiones clarísimas. En especial Palermo, que ya había visto cómo a los cuatro minutos de partido Casillas le sacaba con los pies un buen remate, aunque esquinado.

En la recta final del encuentro, la cosa fue más espeluznante: Pavón cantó, Palermo disparó y Casillas rechazó, primero con las manos y luego con los pies; el balón volvió al argentino, pero su rechut tocó en uno que pasaba por allí y se fue al larguero. Por lo demás, decir que Palermo está un poco tronco.

Si el Villarreal no tuvo más peligro fue porque Víctor no entró más en juego; Floro le escora a la izquierda y le hace perder efectividad. Y Víctor tiene la pólvora que les falta a otros buenos jugadores como Farinós, Jorge López o el citado Guayre, muy finos todos.

Entiendo que el Villarreal, que vio cómo el Madrid le volvió a ganar un partido en el último instante, se decida a plantar ajos en las bandas. Pero también sería interesante que no se expusiera tanto, que se fortaleciera. Ayer además le faltó un punto de locura, porque tuvo a la galaxia a tiro.

Y lo que pudo ser un empate tenebroso del Real Madrid (hoy la Real sería nuevo líder), se convirtió por obra de Helguera en una victoria que, por poco merecida, entra en la categoría de esotérica; tanto, que nos hace decir que el Madrid está iluminado, que fue la suerte de los campeones, que contra equipos así se ganan las Ligas, que son tres puntos... Y todo eso es verdad, porque tiene mérito hacer algo bien pensando en otra cosa, en Moscú, en su efecto, en el telescopio que habrá que comprarse si el Madrid supera ese obstáculo.