Málaga despierta

Málaga despierta

Lo peor de todo esto es el poso de decepción que queda tras la eliminación. Pensar en ello es tan inevitable como injusto. Abrir los ojos, despertar del sueño y leer que la historia se acabó. Injusto. Porque la caída es más dura cuanto más alto llegas. Y porque el golpe es mortal —Dios quiera que en la Liga no pase factura— cuando casi tocas el cielo con las manos. Pero la palabra decepción debe estar proscrita de cualquier vocabulario. No se puede exigir más al mejor Málaga de la historia. No se le puede sermonear nada a un grupo que por primera vez nos ha hecho soñar y vibrar al unísono.

Y ahora toca regresar a la ardua realidad liguera con el ánimo en pie. Así lo tienen los aficionados porque ellos saben que el Málaga ha encontrado la senda para caminar entre los grandes de Europa. Y agradecen su esfuerzo. A la vuelta de la esquina aguarda la temporada más difícil que le ha tocado al Málaga vivir en su reciente historia. Las lamentaciones ahora no sirven de nada. Entregarse a ellas es perder el tiempo presente por un pasado glorioso, pero que ya no nos pertenece. Y que no puede hacer tambalear a un futuro que el Málaga ha comenzado a enderezar con su actitud por el viejo continente. Da igual si Luiz Claudio acabó con nuestras ilusiones. Tampoco hay que lamentar que Dely no remachase. Cuando miremos años más tarde en el libro de las memorias, se nos pintará una sonrisa.