Mañana viajaré a Málaga con la esperanza de ver una reacción del Valladolid. Espero poder narrar la cuarta victoria del equipo fuera de casa esta temporada. Sería la gran noticia del domingo, el principio del camino hacia la permanencia.

Pero les aseguró que otra gran alegría me la voy a llevar si veo jugar, aunque sea sólo un minuto, a Javi Jiménez. Cuando casi nadie daba nada por su vuelta, cuando, es duro decirlo, parecía un jubilado prematuro, aquí está otra vez para demostrar que la confianza y el trabajo acaban por dar sus frutos. Especialmente el de los doctores Guillén y Baró. Y por supuesto el espiritu de sacrificio de un Javi Jiménez que él, solo él , sabe las horas que ha tenido que pasar en hospitales, quirófanos, consultas médicas, gimnasios y noches sin dormir dándole vueltas a la cabeza.

Por eso, mañana espero verle jugar. Mañana y durante muchos años más. Todos vimos en él, hasta su lesión, a un jugador que le daría al Valladolid grandes alegrías y un buen dinero con su traspaso a un grande. Ahora es distinto. Es cuestión de que vuelva a jugar sin resentirse. De volver a disfrutar con el fútbol. Javi Jiménez es de esos tipos sencillos a los que por buenas personas les tienen que acabar saliendo las cosas. Su esfuerzo y capacidad para hacer frente a las adversidades nos han enseñado mucho a todos.