El fútbol glamuroso

El fútbol glamuroso

Durante muchos años los enemigos del fútbol tenían —entre otras— una supuesta razón soberana. El fútbol —decían— es un deporte de gentes toscas. Los futbolistas, por demás, una panda de brutos. Esta razón, en la época de la diseñocracia y del triunfo en la moda y la publicidad, de la masculinidad o varonía juvenil (casi todo se anuncia hoy con un buen torso mozo al lado), llueve en saco roto o ha dejado de existir. Con todo, se sigue aún diciendo que nuestros futbolistas (se les quiere llamar carpetovetónicos, celtíberos sin romanizar), no pueden competir con el nada romanizado David Beckham, que además de ser un futbolista muy bueno, ha hecho de su imagen y de sus looks diversos un rentabilísimo negocio. Pero Beckham —digámoslo— queriendo o sin querer está ayudando mucho a cambiar el estereotipo rancio de lo masculino. Un tío con todas las de la ley, ¿por qué no habría de ser coqueto y guaperas y hasta pintarse las uñas?

En general se piensa que Guti (tan atento a su imagen) es sin duda, hoy, nuestro futbolista de Primera más glamuroso. Probablemente es cierto. Sin embargo fue Pep Guardiola —un chico claramente sensible— el primero que se subió a una pasarela con moda de Antonio Miró. A Raúl (tan clasicote) no le veo yo futuro por ese lado, pero a Casillas —ídolo de las nenas que dicen que les gusta el fútbol porque les gusta él —le vería yo muchísimas posibilidades en la élite del glamour, si se atreviera.

Iván Helguera hace sus pinitos —véasele arreglado— y Dani, el portugués del Atlético, tiene todos los ases de la baraja en la mano. ¿Qué le prohíbe a un buen futbolista ser algo más que futbolista? ¿Qué le impide a un chico atractivo —buen profesional— jugar con ese atractivo para mayor gloria de su bolsillo y de la libertad masculina? Nada. Y además, es bueno, sobre todo en España, para que se nos juzgue mejor.