La Real se juega la Liga y el Madrid no tanto. Así, entre la desesperación y el no tanto se plantea el partido de hoy. Dicen los números que si el Madrid empata hoy le bastaría con ganar los partidos de casa (cinco) para proclamarse campeón, si se atiende a los puntos que se necesitaron para ganar el torneo en los últimos tres años, a las rachas de ambos equipos y al sol de primavera. Pero las estadísticas, que en el fondo son un señor con bigote que no tiene otra cosa que hacer, no contaban con la victoria del Depor en el Camp Nou.

Respecto al partido que nos ocupa, nunca se sabe si es mejor jugar con un cuchillo entre los dientes o con un palillo. En el caso de la Real, parece una ventaja su estado de necesidad, su campo, pero cabe la duda de si esa pasión no corre el riesgo de descoyuntar a un equipo que vive del orden.

En el caso del Madrid, sucede justo lo contrario. La tranquilidad, que es buena, que libera de presión, se podría transformar en exceso de confianza y falta de ánimo. Todo dependerá de cómo catalogue el Madrid el partido, sigiloso, por otra parte, pues se cuela entre el ruido del Manchester y el Barça. Entre tanto, son muchos los que observan a Ronaldo con los prismáticos, sin saber muy por qué, tal vez porque toca.

Entre las cosas que reforzarán esta tarde la moral de la Real Sociedad estará, sin duda, Xabi Alonso, que ayer superó la prueba física (tiene molestias en los adductores) y hoy jugará aunque sea apuntalado.

En contra de lo que algunos piensan, no creo que la Real sea un equipo a la baja. Su desventaja actual es más consecuencia de la mala suerte que de la flojera de piernas. Mientras el Madrid ganó al Rayo en el descuento, la Real desperdició un penalti en Riazor o se dejó empatar un partido ganado contra el Villarreal. La Real tiene todavía la cara de los equipos sorpresa que llegan hasta el final. Y que un año después ya no vuelven a ser iguales, también es verdad.

Karpin, tal vez por romper el sigilo que acompaña al partido, dijo ayer en la SER: "Lo de los galácticos es una mariconada". Es increíble lo bien que se entiende el ruso.

Otro de los morbos del encuentro rondará a Figo, que si ve una tarjeta amarilla se perderá el partido contra el Barcelona, al que se oye bufar de lejos como un jabalí herido. Muchas son los ruidos que distraen al Madrid. Esta tarde sabremos si está tan alto que no oye nada.