La flor de Peiró

Primera | Alavés 0 - Málaga 1

La flor de Peiró

La flor de Peiró

paulino oribe

Segundo partido consecutivo que el Málaga gana en los instantes finales. Iznata dio el gol a Darío y luego se lesionó

Visto este Alavés-Málaga uno no puede dejar de hablar de la flor de los malacitanos, personalizada en su técnico. Me explico: Los años que Peiró pasó en el Inter se están dejando notar mucho últimamente en este Málaga (cuarto partido seguido sin encajar un gol, tres marcados y diez de 12 puntos conseguidos). Sacar más de tan poco —fútbol se entiende, porque seriedad la ponen toda— sin haber sido mejor, sino más listos, que sus rivales debe ser por algo. Y, aparte de ese trabajo oscuro, hay que decir que la suerte se está decantando del bando malaguista. Seguro que así lo piensan en Pamplona, Valladolid y desde ayer en Vitoria. Pero, claro está, la suerte hay que buscarla y los pupilos de Peiró se están mostrando como maestros en este noble arte y vuelven a sacar el máximo rendimiento de un partido tan triste como el cielo gris que lucía ayer en Mendizorroza y se meten de lleno en la lucha por la UEFA.

El Málaga volvió a jugar con las urgencias del rival, al igual que en las dos jornadas anteriores frente Osasuna y Valladolid. La táctica a seguir ya la anunció Sandro: "A nosotros nos vale el 0-0. El Alavés es el que está angustiado". Como era de esperar, los de Mané salieron a por todas, queriendo el balón, especialmente Pablo, y dando un par de sustos monumentales a Contreras en los dos primeros minutos del partido: el propio Pablo y Rubén Navarro lanzaron sendos tiros al palo, aunque Carmona Méndez se equivocó haciendo caso a su asistente y señalando fuera de juego e invalidando el segundo de ellos. Evidentemente, esta era la primera muestra de que la diosa Fortuna tenía a su elegido y éste vestía ayer de negro.

Se repite la historia. Una vez superados estos dos pequeños imprevistos, el guión volvía a ser el mismo que hace una semana redactaron Málaga y Valladolid en La Rosaleda: los andaluces atrás y su rival luchando contra la presión agobiante de vivir tan abajo y ya a nueve jornadas del final del campeonato. Lo que no estaba escrito era el fallo garrafal de Manu, con Dutruel batido tras hacer una gran parada a Darío y toda la portería para él. Pero la diosa de la suerte es caprichosa y le gusta vacilar.

Como las bandas del Alavés estuvieron totalmente inoperantes y Rubén Navarro piscinas —las dos veces que entró en el área se dejó caer y no vio la amarilla— no definía, Mané sacó a Magno por Edu Alonso, que recayó en su rotura de fibras en el muslo derecho, y los vitorianos pasaron a jugar un 4-4-2, para ver si así mejoraba su pegada, hasta el momento desaparecida. Pero Jordi no tenía su día, ni alguno más de sus compañeros..., como Desio, que hizo dos faltas a Musampa y se fue a la calle antes de tiempo. Con el Alavés en inferioridad y el Málaga buscando desgastar aún más a su rival, llegó un cabezazo de Karmona a la red. Pero el otro Carmona, el colegiado, había pitado antes una falta de Téllez, que arrolló a Fernando Sanz y placó a Roteta. El último recurso que le quedaba a Mané era dotar de aire fresco a su equipo. Y metió a Turiel e Iván Alonso. El uruguayo puso ganas y reclamó un penalti de Romero, por un agarrón correspondido por el delantero vitoriano. Pero el encuentro era tal calco del Málaga-Valladolid, que el tercer cambio de Peiró iba a ser decisivo: Iznata —que luego se lesionó—, con esa sangre que siempre han dicho que no tenía, robó la cartera y algo más a Karmona y envió el balón para que Darío, en el 91, sólo tuviera que empujarla a la red. Lo que les decía, la flor del Málaga, la flor de Peiró.

EL DETALLE

El Málaga logró su victoria 50

144 partidos en Primera División ha necesitado el joven Málaga CF para lograr su victoria 50 en la máxima categoría del fútbol español. El extinto CD Málaga había cosechado 186 triunfos en los 647 encuentros que jugó. El nuevo Málaga tiene mejor porcentaje.