A solas con el mar

A solas con el mar

Hace un mes que no se tienen noticias de Isidoro Arias. Este enamorado del mar levó anclas el 28 de octubre de 2000 con un sueño en la cabeza y un velero llamado Swann 44 para hacerlo realidad. Quería circunnavegar la Tierra en solitario, una de esas aventuras que mantiene casi intacta la envergadura del desafío que entraña. "Viento, mar, barco y velas forman un todo compacto y difuso, sin principio ni fin... mi universo" Estas palabras de Bernard Motiessier, uno de los más grandes navegantes en solitario de la historia, bien pueden simbolizar el alma de los que aman la soledad en el mar.

Desde que aquel puñado de marinos españoles, capitaneados por Magallanes, lo lograran por primera vez en 1522, dar la vuelta al mundo a través de sus océanos ha alimentado los sueños de muchos marinos. Y las pesadillas de algunos que se han atrevido a intentarlo. Más allá de los obvios conocimientos náuticos, lanzarse al mar en solitario requiere sobre todo un espíritu templado y fuerte, capaz de no amilanarse ante los mil y un imprevistos que puede deparar un océano que sólo obedece a sus propias leyes y en el que somos seres extraños.

No deja de sorprenderme la extraña relación que nuestro país mantiene con el mar. A pesar de los miles de kilómetros de costa que tenemos a nuestra disposición o de la larga y fabulosa tradición de grandes marinos que enriquece nuestra historia, de Colón a Sarmiento de Gamboa o Malaespina por sólo nombrar algunos, parece que nuestro país vive de espaldas a ese mar que tanto le ha dado. Si en otros países tuviesen la mitad de personajes como estos las pantallas de cine estarían llenas de navegantes españoles. Sólo volvemos la mirada hacia él cuando tragedias como la del Prestige nos conmocionan o para echar cuentas de los turistas que se arraciman en nuestras playas. Pero la mar es mucho más. Es camino privilegiado para entrecruzar culturas. Es fuente de vida y conocimientos. Es territorio de exploración y de grandes aventuras, como la que ha emprendido Isidoro Arias. A estas alturas se sigue sin noticias de cuál es su estado.

En un correo electrónico enviado el 22 de marzo, Isidoro comunicaba a su hijo Mario que se encontraba en apuros tratando de arreglar el motor y con una "...megaballena a mi lado, desde hace un rato con su cría, y eso no me hace gracia". Había partido de Ciudad del Cabo rumbo a la isla de Santa Elena en pleno Atlántico en la que iba a ser la parte final de su travesía. Desde entonces no ha realizado más contactos ni responde a las llamadas. En su página web sus familiares y amigos solicitan apoyo a las autoridades españolas y de los países cercanos al lugar donde se le ubicó por última vez para que se movilicen en ayuda de este marino solitario. Ojalá que la lucha de Isidoro tenga éxito y pronto podamos conocer por el propio Isidoro su experiencias en estos meses de travesía. Sin duda, nos enriquecerá a todos.