"Fue muy doloroso que nos recibieran así en el campo pero está claro que somos culpables al 100 por 100 de esta situación". Filipescu, que fue de los pocos que se salvó de la hecatombe ante el Valladolid el domingo, no justificó el mal momento del Betis, pero no pudo ocultar su extrañeza por la reacción de la afición después de los dos goles de Colsa: "Me sorprendió que aplaudieran los goles del rival. En un campo rival puedes esperarte un mal ambiente pero no en un estadio local". El rumano no sabe por qué la situación del Betis ha llegado a ese grado de deterioro: "No hay explicación o, por lo menos, yo no la tengo, pero el cerebro influye. No me afecta tanto pero hay gente joven que va a tener que aprender".