Atentado al fútbol

Liga de Campeones | Juventus 0 - Milán 0

Atentado al fútbol

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efe, reuters, ap y afp

El Milán gana su sexta Copa de Europa en un partido penoso. Superó a la Juventus en los penaltis

Tendría que estar prohibido que dos equipos italianos jugaran una final europea, pues, como sostiene Cruyff, la sola presencia de uno de ellos ya es una tragedia para el fútbol. Como tan deseable disposición no será nunca posible, tendría que estar reglamentado que, cuando se enfrenten dos equipos italianos en una final europea, se pase directamente del calentamiento a la tanda de penaltis. Así obtuvo el Milán su sexta Copa de Europa, a costa de la Juventus. En Inglaterra, la cuna del fútbol, los italianos cometieron anoche uno de los más brutales atentados contra este deporte que se recuerdan. Italia, la cuna del arte, sigue apostando, cuando de fútbol se trata, por el vómito.

La muy diferentes filosofías futbolísticas de Milán y Juventus quedaron patentes desde el principio. Ancelotti apostaba por un centro del campo compuesto por jugadores que saben tratar bien el balón (Rui Costa, Pirlo y Seedorf), aunque la presencia en esa zona de Gattuso sólo puede ser tenida por un balón; Lippi, en cambio, metía a cuatro trotones (Tacchinardi, Davids, Camoranesi y Zambrotta), de ésos que se encuentran verdaderamente incómodos cuando tienen la pelota en los pies.

Los rossoneri intentaron controlar el juego desde el pitido inicial. Con un Shevchenko inspirado, encontraban siempre el canal de entrada adecuado para inquietar a Buffon. En el minuto 9, un zurdazo del delantero ucranio, tras una bella combinación de Rui Costa con Inzaghi, acababa en gol, pero el árbitro lo anulaba por fuera de juego posicional activo del propio Rui Costa. En el 17, Buffon demostraba que es el mejor portero del mundo, al desviar prodigiosamente a córner un cabezazo bajo de Inzaghi, a centro de Seedorf. En el 31, una gran jugada de Shevchenko por la izquierda no encontraba rematador. En el 38, un disparo desde la corona del área de Rui Costa se perdía junto a la base del poste derecho. Y, para acabar el primer tiempo, un tiro lejano de Kaladze era detenido por el muy activo Buffon.

Ante ese bagaje ofensivo, la Juve apenas ofrecía nada. Tan sólo, un cabezazo desviado de Trezeguet (minuto 10) y un remate de Del Piero (minuto 43) que Dida paraba sin problemas. Los bianconeri eran un equipo gris, bien organizado en el centro del campo, pero inocuo arriba y con problemas en defensa. Para colmo, Tudor se lesionaba y dejaba su puesto a Birindelli, lo cual obligaba a Lippi a recomponer la zaga.

Al inicio del segundo tiempo, Lippi cambiaba a Conte por el inoperante Camoranesi y eso insuflaba nuevos bríos a la Juve, pues en el minuto 47 el susodicho Conte cabeceaba al larguero un servicio de Del Piero. Lippi terminaba poniendo toda la carne en el asador cuando, a falta de casi media hora, hacía la tercera sustitución: Zalayeta por Davids. Pero ahí se acababa todo lo que se daba. Por parte de unos y por parte de otros. Con el paso de los minutos, ambos se dedicaban a hacer lo que mejor saben: especular. Y a esperar la prórroga.

El tiempo extra no resolvía nada. Para colmo de males, el Milán, que había sido mínimamente más atrevido que su rival, terminaba jugando con nueve, por las lesiones de Roque Junior y de Inzaghi. La Juventus ni siquiera buscó aprovecharse de esa coyuntura. Seguramente lo fiaba todo a la pericia y buena estrella de Buffon.

La tanda de penaltis fue una clara demostración de que los italianos están peleados con el gol. De los diez lanzamientos, cinco fueron detenidos por los porteros. Una final así, después de una Champions League en la que los equipos italianos han demostrado que lo suyo es más antifútbol que fútbol, sólo podía tener este desenlace. Una verdadera afrenta para el fútbol en el sagrado recinto de Old Trafford. Italia debería replantearse muchas cosas, porque el fin, aunque los italianos se empeñen, no puede nunca justificar los medios.