Salvo aislados llamamientos de Manolete a la Guerra Santa no detecto un clima de odio de esos que te llevan a cortar cabezas de cochinillo. Flota más bien un sentimiento de revancha sociológica. Me explico. Para hacer entender su animadversión por el Madrid los atléticos han filosofado en torno al bien y al mal, han mezclado la teología de la liberación con Robin Hood, y han llegado a concluir, con orgullo, que ellos no tienen mala suerte, sino que son románticos. Digamos que cierta intelectualidad atlética ha querido transformar la rivalidad deportiva en algo metafísico y antiglobalizador: el Madrid es Bush y el Atlético el Hare Krishna.

Todo esto, sumado a los problemas internos del Atlético y a los externos del Madrid, ha hecho que sea tan difícil calentar el ambiente los días previos. Sin embargo, esta noche, cuando unos y otros calibren lo que pueden ganar y lo que pueden perder la temperatura pasará del cero al infinito. Y la agitación irá creciendo con cada noticia que llegue de Vigo.

Tengo claro que el Real Madrid saldrá metido en faena, pero me caben más dudas de la actitud del Atlético. No parece un equipo muy conectado a la grada, muy identificado, y para quitarle la Liga al Madrid, para morir por eso, hay que sentir el escudo o conocer la leyenda. De otro modo es difícil comprender que hay un motivo para jugarse la pierna.

Se anuncia que el Madrid saldrá al ataque y que el Atlético le cederá el campo en busca del contragolpe. No podía ni debía ser de otro modo. Cada uno utilizará sus armas naturales. Se prevé también que los rojiblancos presionen en el centro del campo y que fíen su suerte a la de Torres. También es lógico. El Niño, además del mejor de su equipo, tiene sentimiento. Entenderá el partido. Y a su consagración definitiva como crack le falta algo como lo de hoy.

En el Madrid ya no hay cábalas posibles: está obligado a ganar porque quien salga de esta jornada con ventaja será el campeón. Perder la Liga pero vencer en el Manzanares sería salir con la cabeza alta y plantearía un problema ético a los que afilan los cuchillos contra Del Bosque. Se trata del partido más importante de la temporada junto al de Turín.

Y, cómo no, hay que referirse a Ronaldo, porque sólo él puede cambiar el destino de un partido. Y está en forma, y no sería extraño que después de un par de sacudidas ya no queden ni esquemas ni precauciones, que todo sea un campo abierto.

Hoy el Madrid saldrá del Calderón campeón o derrotado. Hoy, además de fútbol, hay historia.