Contará la leyenda de esta Liga que después de tres campañas rondando el infierno, la Real Sociedad se salió. Con tres fichajes y la llegada de un druida francés revolucionó el campeonato y enamoró a una ciudad entregada a sus colores. No pudo alcanzar el título, pero en San Sebastián no importó, porque para la Bella Easo no hay mejores jugadores que los que la emocionan, la provocan llantos inconsolables y la hacen sentirse orgullosa. Lo dio todo para alcanzar el título y se quedó a las puertas. Son unos campeones y se merecieron la fiesta que les tributó su afición en el triunfo ante el Atlético fraguada en una gran segunda parte.
Era un partido mediatizado por el choque de Madrid. Todo acontecimiento que ocurría en el Bernabéu se vivía en Anoeta como si fuera una jugada de la Real. La afición donostiarra, una vez más espectacular y entregada, trató con sus ánimos de abstraer a la Real para que se centrara en lograr los tres puntos ante el Atlético. Era un imposible. Los blanquiazules salieron decididos a resolver el partido cuanto antes. Nihat se encargó de probar la motivación del recuperado Burgos en el primer minuto en un disparo duro, pero poco colocado. Muy revolucionados y ansiosos por contentar a su estadio, los realistas no hilvanaban su clásico juego de toque y transiciones y perdían rápido el balón con un juego directo buscando a sus delanteros.
Al mismo tiempo que marcaba Ronaldo, De Pedro se plantó sólo delante de Burgos tras una asistencia imperial de Xabi Alonso, pero no logró engañarle al tratar de regatearle. Ese gol hubiera sido el mejor calmante para los realistas. Se trataba de un duelo pleno de emoción en el que los dos equipos jugaban como no lo han hecho durante la campaña: la Real, precipitada e imprecisa, y el Atlético, rocoso y ordenado. Liberados de la angustiosa presión que les ha maniatado durante la temporada y, al parecer, empeñados en enloquecer a su afición, los rojiblancos se adueñaron del centro del campo y controlaron durante toda la primera parte: Luis García fue el primero en demostrar que no estaban dispuestos a sumarse a la fiesta en un buen remate. Tuvo que ser el gol de Alkiza el que provocase la rabiosa reacción del de siempre, Nihat, que disparó al poste. En el descuento, Fernando Torres demostró su calidad en un remate que acalló Anoeta.
Tras el tanto de Roberto Carlos, que sodomizó el estadio durante el descanso, en la reanudación la Real, consciente de que su principal misión de ayer radicaba en homenajear a sus seguidores, buscó decidida el primer gol. De Pedro sacó la regla y empezó a impartir lecciones de asistencias. El que mejor las aprovecha siempre ha sido Kovacevic, que falló a la primera, pero que no perdonó a la segunda tras controlar con el pecho. El tanto puso las cosas en su sitio: el Atlético bajó los brazos y volvió a aparecer la Real que ha maravillado esta temporada. Bien colocada, tocando el balón, buscando las bandas con Xabi Alonso de cerebro y con dos delanteros tan galácticos como cualquiera. De Pedro no tardó en sentenciar y Nihat puso el broche de oro a su inolvidable temporada con un gran gol.
Hay que ser realistas, esta Liga tiene un gran subcampeón.
La afición invadió el campo
La afición realista celebró la victoria como si fuesen campeones. Durante el partido animó al Athletic y al final invadió el campo para abrazar a los suyos.
