A Juan Merino no se le olvidará la última semana de junio de 1997. 20 años después, el Betis volvía a jugar una final de Copa del Rey en el Bernabéu, ante el Barça. Y él, más verdiblanco que el escudo, tenía el tobillo lastimado. "Finidi también tenía problemas. Nos pusimos a hacer un trabajo específico y al final pudimos jugar los dos". Pero Merino sólo aguantó 65 minutos y, para el colmo, el Betis perdió la final: "El error en el gol de Pizzi nos condenó". Aquel día Merino, el único jugador del Recreativo que sabe lo que es jugar una final copera, vio llorar como niños a sus compañeros en el vestuario. También a los aficionados subiendo en el AVE o en un autobús cualquiera. Y pensó que nunca tendría la oportunidad de jugar otra final de la Copa: "Tal vez en el Betis, porque aquel era un equipo muy joven, pero no en el Recre. Esta final se parece un poco a aquella, porque entonces el Betis era el equipo joven e ilusionado. Ahora lo es el Recreativo, que no se ha visto nunca en una de éstas". Eso sí, no quiere perder. Sobre todo por las secuelas psicológicas que deja: "Sólo he podido ver una vez aquella final de 1997. Aquello fue lastimoso, una pena". Merino quiere ganar por el Recre. Es evidente. Pero hay más de una dedicatoria verdiblanca. "Me siento privilegiado porque Barcelona y Madrid pueden llegar cada año. Jugadores como yo, no. Esta Copa también sería un poquito del Betis y de jugadores como Cañas". Es la primera temporada de Merino en el Recre pero Alcaraz le entregó el brazalete. Tal vez esta noche el Rey le entregue la Copa. "Sería la leche". Pues eso.