La vida sigue

Ciclismo | Tour

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jesús rubio / ap

El danés Piil se impuso al sprint a Sacchi. Ambos dejaron atrás a un grupo de escapados entre los que estaban Quique Gutiérrez y Chente, que lo intentaron.

Ustedes no lo creerán, pero ayer me dolía un poco el radio, quizá el cambio de tiempo. El trocánter, sin embargo, lo tenía bien. Mi cúbito nunca fue gran cosa. En verano se te ponen dos nubes encima y te entra una melancolía crónica, como si estuvieras en septiembre, que alguien dijo que era un domingo de 30 días. Tal vez fuera el día después, pero ayer me sentí un poco como en los viejos tiempos, cuando siempre nos ganaba otro, generalmente rubio.

Me dirán por animarme (y lo agradezco) que por lo menos nos metimos en la escapada, pero a Quique Gutiérrez, cuando atacó, se le olvidó que no tenía fuerzas (pequeño detalle) y a Chente se le metió una bolsa en el cambio, que no es lo mismo que una bolsa de cambio, pero también molesta. Además yo esperaba en la fuga a algún corredor de la ONCE dispuesto a dedicar el triunfo al compañero caído. Lo imaginaba cruzando la meta y señalando los huesos rotos, codo-muñeca-cadera, en movimiento semejante al de un tuno tocando la pandereta. Ya digo que no estoy bien.

Sólo hubo una cosa que me liberó momentáneamente de la tristeza canicular y me sumergió en la indignación más absoluta. ¿Qué diablos hacía el Euskaltel relevando al US Postal en cabeza del pelotón? Conozco la respuesta oficial: la lucha por equipos. Los vascos encabezaban esta clasificación y la fuga llevaba 25 minutos de ventaja. Chente, del ibanesto, amenazaba ese liderato.

Cuando todavía falta un mundo (dos cronos y Pirineos salvajes) preocuparse por la clasificación por equipos es como suscribir un fondo de pensiones cuando estamos a punto de asaltar el tren de Glasgow. Es decir, una miseria, ponerse en lo peor. Más aún, cuando tirar del pelotón era favorecer al equipo del líder y principal enemigo para ganar el Tour de Francia.

Armstrong está en un punto Tony Leblanc que igual ataja por el campo que nos vende una estufa en julio. Imagino que el timo de la estampita sería sugerencia suya. El caso es que pasado un rato, Euskaltel dejó de tirar, tal vez entendió el engaño. Al final, el pelotón cedió 21 minutos y el liderato por equipos pasó a manos del CSC, jugada completa, jugada Comansi.

El gesto. Lo mejor de la etapa, tal vez lo único, fue, otra vez, un gesto. El italiano Sacchi y el danés Piil abandonaron al resto de los escapados y afrontaron solos los últimos kilómetros. Conscientes de que su única esperanza era colaborar, se hicieron amigos y residentes en Marsella, vi pocas parejas mejor avenidas.

Pero estaba por llegar el momento de la separación, no hay amores que acaben bien porque todos acaban. Así, a falta de dos kilómetros para la meta, respetando ambos el compromiso secreto al que habían llegado, los amantes se dieron la mano y se despidieron, cada uno por su lado, vete de mí. Aún así, uno de ellos siguió unos metros la rueda del otro, como suele ocurrir en estos casos. Hasta que llegó el dramático desenlace y quien atacó primero fue quien más daño se hizo y ganó el rubio, que acabó con dos morenas.

Fue triste. Igual que lo fue ver luego a Chente, agente de bolsa. Y a Guti, muy rezagado y sin esperanza. Fue todo una prolongación de la pena que nos dio la caída de Beloki, que aún duele. Pero no hay que afligirse. Ayer fue septiembre, pero a partir de mañana es Mayo.