Flechazo

Ciclismo | Tour

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afp

Flecha, del ibanesto, venció en Toulouse, al demarrar de un grupo de ocho escapados entre los que estaban los españoles Nozal (ONCE) y Cuesta (Cofidis).

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que el Banesto era como el Real Madrid, rutilante y ganador, lo que provocó infinitas adhesiones. Ahora, a pesar de encontrarse el equipo al borde de la desaparición, todavía hay fieles. Y eso tiene mucho mérito, porque en el ciclismo nos suele ocurrir como a los japoneses con el fútbol, somos de los héroes, no de sus camisetas. Nunca sabrán los patrocinadores que desertan el precio tan bajo que pagan por dejar una huella tan profunda. En los ataques de nostalgia, todavía como con deleite los Huesitos y se me pone cara de ganador de las metas volantes. Y mi papel aluminio siempre será Reynolds, eso es innegociable.

Ayer venció un Banesto y fue difícil no emocionarse. Y hubiera ocurrido igual con un ciclista de la ONCE, que anduvo cerca. Porque en aquella época de la que hablo, si el Banesto fue el Madrid, la ONCE era el Barça, el otro imperio. Algún tiempo después, ambos imperios se vienen abajo si no lo remedian la sangre de Beloki o las flechas de Flecha.

Porque ayer ganó Flecha, que en su libro de ruta tiene señalada una etapa y se encontró con otra distinta. Ya comentamos alguna vez que los apellidos no son casualidad (que se lo digan a Brazofuerte), y en el caso de Flecha su apellido ha terminado por confundirse con su personalidad hasta el punto de obligarle: eres una flecha. Y para que no hubiera dudas, así cruzó la meta, haciendo diana.

Todo comenzó en una escapada de ocho ciclistas en la que había tres españoles: Nozal (ONCE), Cuesta (Cofidis) y el propio Flecha. Nunca vivieron a gusto, agobiados por un pelotón hamletiano, que dudaba si ser o no ser. A falta de 30 kms los fugados tenían el agua al cuello y fue el sálvese quien pueda. El arquero (así se llama la tienda de bicis de su padrastro) se escapó al tercer intento y tomó 15 segundos que fueron suficientes, nadie atrapa una flecha en pleno vuelo. En la cara de Nozal se leía un lamento: "Pude ser yo". Al final sólo pudo ser tercero; Cuesta, cuarto.

La búsqueda. Muchos de los corredores de Banesto y ONCE negocian durante el Tour con otros equipos. Otros confían en que Echávarri y Manolo Saiz encuentren patrocinador. Pero nadie lo ve claro. No hay en las empresas quien sepa traducir el rendimiento de tantas horas en televisión, tantas páginas en los periódicos, el ejemplo del esfuerzo, cuánto vale Flecha en los telediarios lanzando proyectiles, ¿o es que valen más las flechas de Karina?

En fin, que hoy se disputa la temidísima contrarreloj, "la más importante de mi vida", según Armstrong. Y la más importante de la vida de los otros, porque si el americano no consigue despegarse, se abrirá la veda. Si no hay exhibición se acabará el miedo y un puñado de ciclistas se creeran, por fin, que pueden ganar el Tour.

Para que así sea, Hamilton, Ullrich, Vinokourov y Zubeldia deberían estar en el minuto de Armstrong. Mayo podría ceder dos (no más) y otro tanto Mancebo. Es medio Tour lo que se juegan. Quizá más. Quién sabe. Tal vez algún empresario intrépido haga zapping este fin de semana, se enganche con una etapa de los Pirineos y mientras se come un Huesito se le ocurra una idea genial.