¿Por qué un promotor de espectáculos como Daniel Grinbank decide desembarcar en el mundo del fútbol?

Porque la música y el fútbol son mis grandes pasiones. Son dos mundos que transforman el ocio en una pasión. Tienen afinidad en cuanto al fanatismo que pueden despertar tanto un concierto de rock como un equipo de fútbol.

Es usted un millonario atípico: no va con traje y corbata, no va en limusina, se traslada en taxi...

No me gusta que me digan que soy un millonario. Creo que

es una circunstancia, no un estado. Hice un par de negocios buenos, vendí mi compañía Rock&Pop a tiempo y me fue bien, pero me identifico más con los no opulentos.

¿Por qué decide comprar el Leganés?

Porque es un club saneado. Lo que pretendemos es mantener esa viabilidad, pero queremos agrandar el club estructural y deportivamente con la base de un proyecto. Por eso hemos contratado a Pekerman, que es un gran especialista; sin él no hubiésemos venido aquí ni a otro sitio. Elegimos Leganés porque está en Madrid, que se ha convertido en la capital del negocio del fútbol, es decir, es lo que Roma en el Imperio Romano.

¿Tan importante es Pekerman?

Demasiado. Es la raíz de nuestro proyecto de presente y futuro. Será quién potencie la cantera y les inculque a los jóvenes que pueden triunfar en el Leganés y no marcharse fuera. La idea es sacar Saviolas, Riquelmes..., pero del Leganés.

¿Por qué tantos argentinos?

Nuestro punto de partida es armar un equipo competitivo y con un presupuesto ajustado y sin volvernos locos hemos logrado que vengan jugadores de primer nivel como Chamot, Nico Medina, Enría o Turdó, incluso perdiendo dinero. Todo gracias a Pekerman y Aimar. Sabemos quiénes son y cómo pueden rendir.

¿Qué diferencia hay entre Tinelli o Piterman y Grinbank?

Son experiencias traumáticas en España. El proyecto es mi carta de presentación y el tiempo dirá si somos iguales.

Muchos de los pases de los jugadores que han llegado al Leganés son de su grupo inversor. ¿Influirá usted en Aimar para que los alinee?

Sería lo último que hiciese. No bajaré al vestuario, salvo cuando se ascienda o para dar ánimos en los malos momentos, ni impondré jugadores ni haré las alineaciones. Para eso he contratado a profesionales como Pekerman y Aimar.