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Ciclismo | 2ª etapa

Debacle extranjera y nuevo maillot oro

Ganó Luis Pérez y Joaquín González se hizo con el liderato. Evans y Leipheimer

Actualizado a
<b>EL QUE LA SIGUE, LA CONSDIGUE.</B> Luis Pérez, que rozó tres veces el triunfo el año pasado, por fin ganó ayer, a Carlos Sastre, su etapa en la Vuelta.
afp / jesús rubio

A pesar de todas las cosas importantes que sucedieron en la etapa de ayer (el primer contacto con la montaña, el cambio de líder), motivos suficientes para ser feliz, confieso que me siento hundido y triste como Javier Krahe, protagonista de la mítica canción: "Y yo con mi guitarra como un gilipó".

Digo esto por el gatillazo de la mayoría de los extranjeros, a los que uno, víctima de su inocencia, había llegado a imaginar animadores de la prueba. Empezando por Cipollini, que no tomó la salida. Tal vez deberían pensar los organizadores de la Vuelta que les quita más prestigio que Cipollini se largue en la segunda etapa que el que pueda darles su inscripción a regañadientes.

Pero esa no fue la única decepción. Aún antes de llegar al último puerto, Leipheimer y Cadel Evans, candidatos al podio final, se descolgaron vilmente. Más que falta de fuerzas, fue falta de interés, la confirmación de una sospecha: a estas alturas de la temporada ningún extranjero de renombre, salvo los grandes campeones (Ullrich en 1999), está dispuesto a dejarse la piel en la Vuelta. Podemos seguir engañándonos con que el cambio de fechas benefició a la carrera. Pero el caso es que Evans y Vandenbrouke perdieron en meta cuatro minutos, Zülle se dejó 11, Leipheimer casi 13 y David Millar 17.

Cuando tocó subir El Fito, en el pelotón delantero estaban todos los españoles y Frigo. Y ni siquiera esa situación duró mucho. Casi en las primeras rampas comenzaron a quedarse Casero y Aitor, dos ciclistas que tienen algo que te hace creer en ellos ciegamente y que te lleva a estamparte contra todo tipo de mobiliario, tabiques incluidos. A pesar de las contusiones, seguiremos creyendo, aunque sólo sea porque apetece menos desandar lo andado que precipitarse al pozo eterno.

Después de algunas escaramuzas, el único de los jefes que se atrevió a atacar fue Carlos Sastre, seguido de Luis Pérez, Nozal y Scarponi. Pero el ritmo de los dos primeros era muy fuerte y terminaron por irse. Así se coronó y así se inició el descenso, con el grupo a 30 segundos.

Los fugados administraron su ventaja y Sastre fue superado en el sprint por Luis Pérez, un gran corredor sin demasiada suerte (algo así como Pablo Nieto hasta ayer), aunque una vez probada la sangre tiene aspecto de repetir. El pelotón llegó a 14 segundos encabezado por el prometedor Valverde. Y como Joaquín Rodríguez cruzó la línea por delante de su compañero Igor, este joven escalador de 24 años se convierte en el nuevo líder (que rule el maillot).

Y ahora, temas varios: ya que el podio es la imagen de la Vuelta, no estaría mal montar uno más esplendoroso. La entrega de premios sólo la salvó la azafata que borró con el dorso de su mano el carmín que había dejado en la mejilla del nuevo líder, que volverá a por lo que es suyo.