Media galaxia es suficiente

Copa del Rey | Sanse 0 - Real Madrid 3

Media galaxia es suficiente

Media galaxia es suficiente

macario muñoz, felipe sevillano alejandro gonzález y carlos martínez

El Madrid supera al San Sebastián de los Reyes sin problemas. Raúl, Portillo y Cambiasso, goleadores. Los locales, dignos

El Madrid derrotó al San Sebastián de los Reyes sin complicarse la vida, con cierta seriedad, que es lo mejor que se puede decir en estos partidos, que los carga el diablo y luego se ríen de ti de Algeciras a Estambul. Se podría decir que todo acabó bien para el grande y el pequeño: fue un resultado contundente pero sin saña, hubo fútbol aceptable y nadie salió herido.

El partido comenzó de forma inquietante: estadio semivacío, póster gigante de Maribel Sanz en el lateral del campo anunciando obras (y derribos, se supone) y Queiroz con sus sorpresitas. El entrenador del Real Madrid no colocaba en el lateral derecho a Olalla, que lo es, sino a Borja, que no lo es. La innovación no dio ningún resultado y se vio algo perdido al canterano, al que esta vez no se le preguntó si había jugado alguna vez allí.

No obstante, y pese a nuestro fracaso reiterado en las alineaciones, empezamos a desentrañar al entrenador del Madrid, de natural impredecible. Por lo que se refiere a quitar a los jugadores de sus posiciones naturales sigue una inédita teoría que pensé, y perdonen la inmodestia, que únicamente manejaba yo. Consiste en un sucesivo intercambio mundial de puestos de trabajo que serviría para fomentar la comprensión, el hermanamiento y el progreso económico. Así, el que hoy es director general, el mes que viene se subirá a un andamio y viceversa. No entrarán en las rotaciones, por razones obvias, los médicos y los arquitectos (Ronaldo, Casillas...). Tras un año comprobaríamos que todos somos centrales y que da igual uno que otro, tiene razón Florentino.

Bien, vayamos al partido. Ante todo decir que el Sanse dio una magnífica impresión y pudiendo perder por millones de razones perdió por cositas leves (tres), esas que no se pueden controlar frente a un equipo infinitamente superior. Porque el Madrid, al que se esperaba experimental, salió con medio equipo titular y sólo dos futbolistas poco habituales (Núñez y Borja), ambos de la segunda línea de suplentes.

A pesar de verse frente a ese arsenal, el Sanse controló el juego en la primera media hora y lo hizo con orden, sin que se volvieran todos locos, que es lo normal en estos estados de excitación, cuando te hallas ante un ser supremo (Watling). Pero los equipos pequeños se distinguen de los grandes por lo que ocurre cuando llegan al área rival, que suele ser nada. Por eso el Madrid se dejó tocar y por eso no le importó perder medio millón de balones en el centro del campo, porque no pasaba absolutamente nada. Incluso le valió que para que Solari estrellara un disparo en el poste, el primero de la noche.

El gol que abrió el marcador, el que zanjaba la disputa, lo consiguió Raúl, hecho que no es casual, porque había venido exactamente para eso, para que nos dejáramos de tonterías. Su presencia en un partido menor dignifica su capitanía y sirve para fijar, limpiar y dar esplendor. También es un ejemplo. El gol fue una vaselina, buen pase de Cambiasso.

Cuando el Sanse supo que no iba a ser la noche, que no iba a tener suerte, se le esfumó la fe. Siguió corriendo, pero ya un poco para ver qué hacían los del Madrid y contarlo luego en casa. Hasta Torregrosa, el mejor de su equipo, se cansó de meter centros en la olla que se perdían como si los tirara al Cañón del Colorado. Fue en esos momentos de desánimo local cuando Solari volvió a chutar al palo, otro tiro durísimo, desconocido en él.

En la segunda parte, Portillo desencadenó los acontecimientos. Guti, que hasta entonces no había aparecido, le metió un pase fabuloso, de esos en los que un humano se disloca el tobillo. El chico lo aprovechó y fusiló entre las piernas a Leal, que dio gracias por no estar más agachado. Lo mejor del gol fue la celebración cómplice entre Portillo y Raúl, llena de sonrisas, guiños y desafíos de barrio, casi no la metes chaval, casi meto al portero dentro, el siguiente va por la escuadra, ja.

Entretanto, César paraba lo que le llegaba, para desesperación del Sanse, que moría con orgullo. Una de las mejores ocasiones la tuvo Espino, pero el balón, vicioso, acabó en Maribel Sanz. A cinco minutos del final, Solari volvió a disparar al palo, esta vez de falta. Un tiro al palo da buena imagen, de hombre preciso, incluso dos. Pero tres es para tocar una joroba, con cierta urgencia, además. Cambiasso finiquitó el asunto al remachar un pase de cabeza de Riki, que salió con mucho descaro, que es la mejor señal. El Sanse agradeció el pitido final, ya era tarde y es duro levantarse a las siete de la mañana.

EL DETALLE: Solari, tres tiros al palo

Santiago Solari no tuvo la suerte de cara anoche. En la primera parte, dos tiros suyos desde fuera del área pegaron en los postes de la portería defendida por Leal. La mala racha continuó en la segunda parte, aunque en esta ocasión fue el larguero el que repelió una falta sacada por el argentino.