Xavi lo buscó desde la izquierda y lo encontró con un pase que no anunciaba gran peligro. Pero entonces Ronaldinho hizo lo que se espera de los jugadores distintos, los que marcan la diferencia: se quitó de encima al central echando el cuerpo hacia atrás, de espaldas a la portería (es un especialista en proteger la pelota, su mejor cualidad), giró hacia la derecha y sacó un disparo que batió a Morales. El 0-1 libró al Barcelona de su tercer ridículo consecutivo en forma de eliminación copera a manos de un rival de Segunda B. La Gramenet hizo un partidazo y, como siempre, después de mucho nadar se ahogó en la orilla.

En ese mundo al revés, el equipo modesto tocaba, ocupaba los espacios y buscaba las jugadas de asociación. Tras un par de aproximaciones, Aarón mandó un derechazo al larguero, justo después de que Rijkaard, en vistas del pobre panorama, ordenara a Ronaldinho que comenzara a calentar, a los 14 minutos de juego. Overmars se fue como había llegado, empanado, y Ronaldinho empezó a buscar la machada. Antes tuvo tiempo Aarón para mandar otro tiro al larguero, esta vez de vaselina. Pero el sino de la Grama es así. Ya lo había dicho su técnico, Julià García: "Somos un eterno aspirante". Lástima.