No basta con ser de Primera, también hay que aparentarlo. Sobre todo en la Copa del Rey. El Málaga mostró su versión más mediocre en el Alfonso Murube, pero ganó el combate por KO cuando a los puntos lo perdía. El golpe definitivo fue suyo, en la prórroga. Leko lanzó una falta, el meta Jaime regaló el despeje y Salva le dio su revancha al Málaga y a Juande.

El Ceuta mereció más. ¿Injusto? El fútbol son goles, aunque el equipo caballa intentó teñir aún más de negro la historia del conjunto malaguista en este torneo. Pero los de Juande se quitaron el traje y la corbata, se aliaron con los palos y Arnau y se fajaron estoicamente para mantenerse vivos durante todo el partido y dar la puntilla en los compases finales. Hubo tarjetas, dinamismo y oportunidades muy claras desperdiciadas por ambos bandos. La estrategia fue la que decidió, en las botas y en la pillería de Salva.