Terremoto Kobe

NBA | Comienza la temporada

Terremoto Kobe

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reuters

Comienza la NBA, repleta de grandes estrellas internacionales y marcada por los problemas de Kobe Bryant con la justicia y con Shaquille O’Neal

Todos, antes o después, lo hemos escrito: "el heredero de Jordan es Kobe Bryant". "No", decían los gurús americanos, "es el primer Kobe, no el segundo Jordan". No hay un Desafío Total que puede recrear a Jordan con veintipocos años en pleno siglo XXI. Tenemos a Schwarzenegger de gobernador de California. Y al heredero Kobe avivando un incendio en Colorado, una erupción en los Lakers y un terremoto en el conjunto de la NBA. Que empieza hoy, por cierto.

En el cono de la lava y los detritus del volcán, siempre está Kobe. Famosas últimas palabras del jugador más dominante de la NBA, el que hace rearmarse en su contra a todo el Oeste: "Si éste va a ser mi equipo, y lo va a ser, voy a decir mi opinión. Kobe tiene que aprender a jugar baloncesto de equipo. Y si no, que ejerza su cláusula de abandono (opt out) y que se vaya".

Si eso dice Shaquille O’Neal, y lo ha dicho, puede ser malo para todos: para los Lakers, para Bryant... y para los pobres liliputienses que se crucen en el camino del rinoceronte negro, masivo y cabreado que patea el Staples Center de Los Angeles. Y por cierto: Bryant piensa irse de Los Angeles. El juez Gannett dirá si su destino es el sórdido talego de Eagle, Colorado. Palabra contra palabra. Como Tyson, el penúltimo fan de Kobe. Con esos amigos, hay cero enemigos.

La NBA está preparadísima para absorber el impacto de estos golpes, semejantes a los hachazos de Tyson. Incluso esto. Porque, en cierta manera, la NBA y su fosforescente arco iris se retroalimentan del morbo mercadotécnico que generan el combate de los jefes y el juez Gannett de Colorado.

Además, la venta de camisetas de los Lakers con el número ocho de Kobe y la palabra Innocent rotulada en el dorso. Además, esos skyboxes, los palcos de multimillonarios blancos que ven saltar a multimillonarios negros en campos bañados con radiaciones de ciencia ficción. Algún predicador, que no es el padre baptista de Phil Jackson, ha dicho que esos campos son invento del diablo. No: son invento del Comisionado Stern.

Pero entre el ruido, la furia y los dólares habitan los mejores jugadores del mundo. Incluidos Pau Gasol, que lo ha demostrado todo sin jugar playoffs, y Raúl López, que debe reinventarse juego y rodilla. Es una pasarela, es el haz de luz con el que el Comisionado Stern deslumbra al fútbol europeo y sus magnates. El aire y el espacio. Al final, ganarán los Spurs o los Kings. Lo de los Lakers fue brillante mientras duró. Resplandecían. Siempre fueron los míos. Yo escribo esto con una camiseta laker sin mangas que pone: Ocho, Bryant. Pero cuidado con Tyson. Perdón, con Shaquille.