La noche triste

La noche triste

Es como volver al lugar del crimen, y puedo decir que estuve allí. Con Manolo Sarria dejándose la garganta en la grada, con más de 500 malaguistas ondeando la blanquiazul, haciendo el indio sobre la pantera del Boavista. En aquel maldito estadio Do Bessa, en la noche más importante para el fútbol malagueño. La noche triste, como la de Hernán Cortés. El fútbol son recuerdos: el último disparo de Dely Valdés, las carreras de Manu, el gesto de rabia de Miguel Ángel cuando batió a Ricardo, la desgracia del speaker local animando al Boavista... y un estadio enmudecido ante el grito de ¡Málaga, Málaga! Recuerdos imborrables de un gran año que se escapa y que permitió soñar a una afición sufridora. Malditos penaltis.

Después, nos quedamos en la grada de la melancolía, que diría Sabina, silbando nuestra melodía, viendo pasar nuestro tren de lo sueños, porque Málaga se bajó en cuartos. Muchas veces ves y escuchas, y llegas a la conclusión de que el futbolista es un mercenario, con maletas de ruedas. Un ave de paso. Entonces vives noches como aquella, en las que las lágrimas son de verdad, encuentras a tipos duros derrumbados que apenas tienen fuerzas para aplaudir, y alguien te dice que esta historia ha comenzado a andar. Málaga merece volver a vivir todo aquello, volver a Europa para que su afición diga: estuve allí, y pueda algún día cambiar el final de esta historia...