Sancionemos también al director y al médico

Sancionemos también al director y al médico

Decía L’Equipe en su editorial del jueves que ante las revelaciones de Manzano caben dos actitudes: "La de la UCI, que usa la palabra honorabilidad desde la segunda línea de su comunicado vengador (...) La otra actitud consiste en decirse que estas confesiones patéticas son quizás la última oportunidad de un deporte de leyenda. Y, en todo caso, la última oportunidad de un cierto número de sus corredores." Desgraciadamente, no todo el mundo lo ve así. Aún hay quien prefiere poner la tele, disfrutar con el hermoso espectáculo e ignorar la forma en que sus protagonistas son explotados.

Eso es una actitud irresponsable. Pero es peor aún, por interesada, informada y egoísta, la de quienes actúan como cómplices directos de la situación y la de las autoridades que lo permiten. En ese sentido encontré desoladora la actitud de varios ex secretarios de Estado para el Deporte, reunidos anteayer en un acto en el que, dicho sea de paso, los arrumacos entre Gómez Navarro y Cortés Elvira me resultaron particularmente repugnantes. En esa mesa y en su reacción ante las revelaciones de Manzano estaba buena parte de la explicación del problema que sufrimos.

Yo me resisto a abandonar al ciclismo al trágico destino que le han preparado, para su propio enriquecimiento, los druidas y sus compinches. Y pienso que hay soluciones. Si cuando un corredor cae en un control no fuera sancionado sólo él, sino su director deportivo y su médico, si sobre estos también cayera suspensión, multa y estigma, esto sería otra cosa. Pero, al revés que en las drogas sociales, aquí se persigue al consumidor y se deja en paz a los traficantes y responsables, que se llenan el bolsillo de dinero y la boca de la palabra honorabilidad. Y las autoridades, a fardar al podio.