El caso Manzano ha parado el mercado

El caso Manzano ha parado el mercado

Manzano contó cuanto le sucedió por activa y por pasiva, sin que hasta ahora nadie haya podido desmentirle. ¡Cómo le van a desmentir si él fue testigo de sus horrores! Del testimonio que hizo también se puede deducir que la práctica del doping se hacía extensiva a otros corredores. ¡Cómo imaginar que todo ese imperio farmacéutico era puesto al servicio de un solo corredor! Un ex ciclista, Gadeo, afirma, porque lo sabe, que el doping es una práctica generalizada. Otro, Díaz Lobato, éste en activo, sufre el vacío del pelotón por decir que Manzano no ha mentido. Ahora un camello de todo ese imperio farmacéutico cuenta sus vivencias.

Dice que ha tenido entre sus clientes a ciclistas profesionales, quienes, a su vez, revendían la mercancía. Un mercado negro dentro del propio pelotón. Cajas de EPO que circulan sin control cuando se trata de un producto que no se expende con receta médica, sino hospitalaria, dado que su indebida administración conduce a la muerte. E indebida administración es aplicarla a un individuo sano, por cuanto supone de sobredosis. Cajas que salen de los almacenes de los hospitales rumbo a donde las autoridades se empeñan en no querer saber. Los testimonios se acumulan, el escándalo crece y aquí sigue sin pasar nada.

Bueno, nada no. Ha pasado que el tráfico de fármacos dopantes se ha paralizado. Una tregua que viene muy bien ante el vacío de poder en las altas esferas deportivas, únicas que pueden poner fin al horror a la vista de que aquí nadie asume sus propias responsabilidades. El Tour no ha necesitado de muchas más pruebas para retirar la invitación al Kelme, como tampoco el Cofidis para suspender las actividades de su equipo ante las denuncias de doping. Aquí, el mundo ciclista y sus corifeos se rasgan las vestiduras, ignoran las acusaciones y cierran filas. Es lo que han hecho siempre. Hasta salir corriendo del Tour cuando las cosas se pusieron feas.