Camino del doblete

Copa de la UEFA | Valencia 1 - Villarreal 0

Camino del doblete

Camino del doblete

Decidió un penalti de Belletti a Mista. El ariete metió en la final al Valencia. El Villarreal reaccionó tarde

Otra muesca más en esta brillante campaña del Valencia con esta nueva final de la UEFA que se avecina ante el Marsella, en Gotemburgo, que prolonga el buen momento de este equipo, que ha rentabilizado como nadie sus esfuerzos para llegar tan vivo a este mes, que se avecina histórico por ese doblete que cada vez cobra más fuerza. Tiene la Liga al alcance de la mano y el desquite de aquellas dos últimas finales de la Champion s, aunque sea en un torneo de menor rango. Cuando todo hacía presagiar la descomposición de este club por aquel duro mazazo de Milán ante el Bayern y la salida de Cortés, Cúper y Mendieta, sus tres cabezas visibles, volvió con una fuerza arrolladora de la mano de Ortí y Benítez para regatear a la historia hace dos años en España (abrió las vitrinas del club a la copa de la Liga, tras más de treinta años) y situarse de nuevo esta temporada en todos los frentes.

Ganó el Valencia este euroderby ante el Villarreal por ese error imperdonable de Belletti, seguramente el único borrón del Submarino, que le costó a Reina doblar el espinazo para recoger el balón desde dentro de sus mallas y que tanto condicionó su partido en Mestalla. Porque para llegar al templo del Valencia, este Villarreal ha tenido que cruzarse media Europa desde que comenzara, aquella cálida noche del mes de julio en El Madrigal, ante el Brescia, su andadura en la Copa de la Intertoto.

Fueron tantos partidos, como 17, paseándose, incluso, por campos históricos, que unieron mucho más a este grupo y le dotaron de la madurez necesaria para salir airoso del Olímpico de Roma o el Celtic Park de Glasgow. Una declaración de principios, que amenazaba ese sueño instalado en el valencianismo de conseguir el doblete. Porque de la mano de Reina y guiado por este Riquelme que tan bien ha conectado este año con Anderson, existía ese firme convencimiento en el Valencia de que este año no iba a ser todo tan fácil. Pero no hay manera. Ni con Aimar ni sin él se crece este Villarreal.

Porque ausente el Pibe maravilla, por ese problema de pubis que le está martirizando desde hace dos meses, y hasta, incluso, sin Vicente, la otra joya de la corona, sacó el Submarino todos esos recursos que sí tiene para quitarse de encima ese agobio local. Es como si al Villarreal se le hubiera atragantando este Valencia, al menos en su casa, donde tan sólo ha sido capaz una vez en su historia de tocarle la oreja, gracias al portentoso Farinós, al que cazó Roig el año pasado en el mercado de invierno en el Inter de Milán.

Es como un virus, que recorre la sangre de sus jugadores, cada vez que pisan Mestalla. Anoche, tampoco fue ese superequipo que ha asombrado a media Europa por su descaro, su creatividad y su poder ofensivo. Se quitó la presión de encima después de esa innecesaria carga de Belletti a Mista, que acabó rompiendo la libreta de Paquito con el lanzamiento desde los once metros. No estuvo tan inspirado su talismán Reina, ese parapenaltis de la Liga, que ya volvió a ser un gran portero cuando tocó de nuevo a rebato el Valencia.

Le costó entonarse a Riquelme, mucho más a Josico, para romper ese acoso constante de Baraja y Albelda, los amos del mediocampo. Ésa fue la gran diferencia. La fidelidad que mostró el Valencia con su propuesta de principio a fi n, sin cometer ni un error, y la tímida respuesta amarilla, de salida, para parar el acoso local y la torpeza de Belletti en el momento cumbre. Se entregó a la potencia del pistolero Anderson, esta vez con muy pocas balas para hacer daño a Cañizares. Sin tantas balas, aunque con mucha más velocidad, se dejó caer José Mari sobre los dominios de Cañete. Un quebradero de cabeza, pero sin pegada y hasta por momentos sin el punto de mira ajustado. Pero también esa punta de velocidad llegó tarde. Justo cuando el Valencia ya jugaba replegado atrás y con mucho campo por delante. Tan pronto se le puso de cara el partido al Valencia como se le torció a su vecino de Castellón, porque parece misión imposible que voltease un marcador.

Y el caso es que se tenía constancia, se sabía por Villarreal que desde aquella tarde de Vallecas hace más de dos años nadie ha vuelto a ser capaz de repetir una remontada. Por eso no se entiende que cuando el Villarreal casi acariciaba esa ansiada fi nal permitiera que el Valencia trasladara su librillo de la Liga a este euroderby. Salió este bloque de Benítez como acostumbra en sus dos entregas, como un torbellino, descargando todo su potencial por el centro y ensanchando el campo, con combinaciones muy rápidas, en especial por el costado de Xisco, encargado de hacer olvidar a Vicente.

Entre tanta triangulación llegó el error que condenó al Villarreal. Con el marcador a favor, no pudo hacer mucho ese juego entre líneas de José Mari, Riquelme y Roger. Porque una cosa es pillar en una contra a Ayala y otra muy distinta estrellarte contra él. Cambió el paso y hasta el ritmo de caza. Se recogió el Valencia, le dio el campo al Villarreal, que ya se acercó con decisión, pero entre que Ayala está perfecto, que Marchena ha crecido este año y que Cañizares sigue siendo un seguro. Todas las opciones se fueron al traste. Sólo pudo acercarse a Cañizares con jugadas de estrategia y algún que otro trallazo. El Valencia comenzó su ataque en largo. Quique Álvarez, muy bien, se las vio con Mista, aunque el que apareció fue el correcaminos Sissoko, ese músculo humano de Mali del que tanto esperan Benítez y López, su segundo. Arrubarrena no pudo con él.

Todo el desgaste psicológico fue para el Villarreal porque aunque pausó su fútbol, como más le gusta a Riquelme, ya estaba sumamente pertrechado este Valencia, muy solidario, sobre Cañizares. Un par de disparos contundentes de Anderson, antes del descanso, y mucha más presión en ese sprint final, pero no mucho más. Porque ya era tarde para robarle al Valencia ese premio de estar de nuevo reclamando su gloria, ahora, en Gotemburgo.

El detalle: La final, el 19 ante el Marsella

La final de la Copa de la UEFA la disputará el Valencia en el estadio Ullevi de Gotemburgo ante el Olympique de Marsella, la tercera de los últimos cinco años, tras llegar en Champions a París y a Milán, ante Madrid y Bayern, respectivamente.